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Escultor, procurador y minero: el genio olvidado de Suárez Lago

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

CORISTANCO

Imagen de una entrevista en La Voz en enero de 1978
Imagen de una entrevista en La Voz en enero de 1978 LA VOZ

De Coristanco, vivía en A Coruña y falleció hace 40 años en un accidente. Ganó premios, tuvo numerosas muestras y sus obras aún se venden

20 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

A poco que se hurgue en lugares de profunda historia, como el entorno de la laguna de Alcaián, en Seavia (Coristanco), muy cerca del límite con Santa Comba, pueden aparecer (por ejemplo) lanzas elaboradas más de mil años antes de Cristo. Manuel Suárez Lago, que nació en esa zona en 1919, halló nada menos que tres, y las donó al museo arqueológico coruñés, donde puede verse al menos una (hay mucho más material guardado en sus dependencias). Es algo que se sabe porque al lado de la punta de ese arma aparece su nombre.

Manuel contribuyó, a su manera, a aumentar el pequeño tesoro de las piezas que conforman el pasado de Galicia. Pero, además, a poco que se indague en su vida, él mismo podría formar parte de esa historia. Siempre es buen momento para que eso ocurra, y tal vez más ahora, cuando se cumplen los 40 años de su fallecimiento. Fue todo un personaje de su tiempo, de este tipo que suele definirse como polifacético para no entrar en una larga lista de detalles: procurador de los tribunales en el Partido Judicial de Carballo, industrial minero, técnico de explotaciones agrícolas, artesano, escultor. Emprendedor de iniciativas singulares, habría que añadir hoy.

Suárez Lago, en agosto de 1977,en una reseña en La Voz
Suárez Lago, en agosto de 1977,en una reseña en La Voz

Manuel Suárez Lago nació en 1919 en Coristanco. Él mismo cita Alcaián y el lugar de Mira como su origen en varias entrevistas (tuvo unas cuantas en La Voz en los años setenta), así que debió ser de la propia parroquia de Seavia. Falleció a principios de marzo de 1983 en un accidente de circulación en Guitiriz, Lugo. Fue enterrado en el cementerio de San Amaro, ya que entonces llevaba años residiendo en A Coruña, y tenía un taller en el número 6 del Paseo de Ronda.

Había realizado numerosas exposiciones artísticas en Galicia y en otros puntos de España y el extranjero, y eso que se adentró ya muy mayor (empezó a darse a conocer como tal en 1974) en el mundo del arte. Precisamente el día de su fallecimiento regresaba de entregar material para una próxima muestra en Mondoñedo. La hemeroteca refleja una gran cantidad de lugares por los que pasaron sus obras: ferias regionales de artesanía, la Dirección Provincial de Cultura, que estaba en la Plaza de Pontevedra; la Alianza Francesa, la sala de la Caixa de Aforros de Galicia, el local de la Asociación de Artistas...

Fue premio Maestro Mateo y también obtuvo el galardón Ciudad de Mondoñedo, e incluso fue seleccionado para acudir al Festival Internacional de Lorient, en la Bretaña francesa.

Si él era, de manera resumida, polifacético, su obra puede calificarse de heterogénea. Pulía y daba formas a cuarzos y amatistas, entre otras piedras, generando resultados especialmente llamativos, con motivos casi siempre ancestrales, incardinados en la cultura de Galicia. Los popularizó con el nombre de Farrumecos, en el sentido de aparentar ser algo que no es, trabajados sobre todo en el toelo o piedra morceña. También preparaba máscaras.

Muchas de las piezas las vendió en su taller coruñés, algunas por 75.000 pesetas de las de 1980. Pero también tenía objetos de pequeño tamaño que podían usarse como artesanía, ornamentos o detalles especiales. Tenía personalidad creativa. Tanta, que fue seleccionado para la Bienal Internacional de Arte de la Diputación de Pontevedra de 1982. Su calidad fue emotivamente recordada en una amplia carta publicada en La Voz el 12 de marzo de 1983 por Manuel Seoane, al que denominó «un escultor con tradición». Algunos de sus trabajos circulan por webs de coleccionismo de arte, y no es complicado encontrar elementos suyos valoradas en 700 euros o más.

De su quehacer profesional en la minería queda también mucha constancia, con derechos mineros adquiridos en montes de buena parte de Bergantiños y Soneira y otros puntos de la provincia.