«Na mili estivemos en Estados Unidos e mesmo fomos a Disney en Orlando»

Cristina Viu Gomila
Cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

CORISTANCO

ANA GARCÍA

Personas con historia | Manuel Ramilo fue el director del colegio de Agualada durante más de veinte años

07 mar 2024 . Actualizado a las 15:32 h.

Manuel Ramilo (Soandres-A Laracha, 1950) siempre bromea con que estuvo dos veces en América: «Na mili estivemos en Estados Unidos e mesmo fomos a Disney en Orlando. Ademais, ese era o nome de miña nai». En y durante el servicio militar se pasó 9 meses entre la base militar de Norfolk y el astillero de Jacksonville, en los estados de Virginia y Florida, respectivamente.

Manuel Ramilo es conocido porque durante 21 años fue director del colegio de Bormoio-Agualada, después de cuatro siendo jefe de estudios. Llegó al centro en 1981, cuando la matrícula multiplicaba por diez la actual.

Casi se hizo maestro por casualidad. «Miña irmá, que é maior ca min, díxome que fixera Náutica e alí fomos, pero pasamos por diante de Maxisterio e cambiou de idea», explica. Sin embargo, una de las aventuras más curiosas de su vida tiene que ver precisamente con el mar. Le tocó la mili en la Armada, en Ferrol, y como tenía estudios lo destinaron para el radar. Con el paso de los años, Manuel Ramilo es consciente de la suerte que tuvo de vivir momentos históricos. «Non quería ir, prefería quedar en Ferrol e ter libre a fin de semana», reconoce.

La historia de la curiosa mili de Manuel Ramilo se origina en 1953, en los conocidos como pactos de Madrid, entre Franco y Eisenhower. Uno de los objetivos era modernizar la Armada Española. En octubre de 1973 los norteamericanos cedieron tres destructores que habían dado de baja para su flota. Para ir a buscarlos a la base de Norfolk, que entonces _y posiblemente ahora también_ era la mayor del mundo, salió de Ferrol una amplia dotación de mandos y soldados. Entre ellos iba un joven Manuel Ramilo que se embarcó en el buque de transporte Aragón un 20 de septiembre y llegó a Estados Unidos el 1 de octubre. El regreso lo hizo en el Lángara que hasta que lo bautizaron los españoles se llamaba Leary. Los otros dos barcos fueron llamados Blas de Lezo y Méndez Núñez.

Recuerda que los destructores eran viejos. «Eu creo que os usaron na guerra de Corea», recuerda. En total estuvieron 9 meses en los Estados Unidos y tuvieron tiempo incluso de ir al parque de atracciones de Disney en una visita organizada por la propia Armada. Además de este recreo recuerda muy bien los conciertos a los que tenían acceso en Jacksonville, en una instalación que estaba precisamente delante del astillero en el que reparaban los barcos de guerra, que estuvieron en activo en España hasta pasado 1990.

De regreso, el Láncara y los otros dos destructores cedidos pararon en Guantánamo, la base americana en Cuba. «A nosa idea era ir a La Habana, pero non puidemos saír», explica Manuel Ramilo, que entonces tampoco era consciente de los momentos históricos que estaba viviendo. Por si fuera poco, antes de llegar a Ferrol hicieron maniobras con los nuevos destructores frente a Marruecos, más concretamente frente al Sáhara Occidental, cuando se acababa de fundar el Frente Polisario y España preparaba un referendo de autodeterminación de la zona. La Marcha Verde, solo dos años más tarde, acabaría con esa posibilidad.

Una vez vuelto a la vida civil, Manuel Ramilo, terminada la carrera y hecha la oposición en Las Palmas, fue destinado a un colegio de Arrecife, en Lanzarote, donde nacieron sus hijos mellizos. Todavía mantiene amistades de entonces. Recuerda el buen tiempo, pero también la sensación de claustrofobia que puede provocar vivir en una isla. «Daquela pensaba que podía coller o coche e ir a Santiago ou á Coruña, aínda que non fora nunca, pero de alí só podía saír en avión ou en barco», explica.

Excursiones a Madrid de más de medio centenar de escolares

Manuel Ramilo era el hijo menor de una familia de labradores de Soandres. Tenía 10 años cuando lo mandaron interno a los Salesianos coruñeses. Se lo ha agradecido mucho a sus padres. «Tiveron esa inspiración», dice. También mandaron a su hermana a las Josefinas y también ella hizo Magisterio.

A pesar de que le estaban ofreciendo un futuro brillante, la escolarización de Manuel Ramilo a partir de los diez años no fue sencilla. Pasó de su casa a un régimen casi cuartelario y a visitar su casa una vez terminado el trimestre.

Después llegaron los estudios superiores y la estancia en la casa cedida de un pariente que estaba emigrado. Los fines de semana iba a casa. «Había que lavar a roupa e buscar capital», explica.

Tras un tiempo en Canarias llegó a Bormoio. Tanto tiempo estuvo en el centro que se le conoce como Manolo de A Agualada, aunque vive en Carballo y ser es de A Laracha.

Allí se encontró con más de medio millar de alumnos y de las cosas que más recuerda es el primer viaje de fin de EGB que hicieron a Madrid. Más de medio centenar de escolares con solo tres docentes. «Os pais tiñan moita confianza en nós», señala.

La capital de España fue uno de los principales destinos y el otro era Torremolinos. Ahora, echando la vista a atrás, recuerda el temor a que pasara algo en la playa, la responsabilidad. «Non había teléfonos móviles. A consigna era que se se perdían foran a praza do Concello», recuerda.

El centro también participó en numerosos programas europeos, intercambios con los que consiguieron «poñer A Agualada no mapa». Esa era la intención y lo lograron.