La foto. El 24 de febrero de 1994, medio centenar de vecinos de Fisterra fueron convocados en la casa consistorial. Tenían que firmar los títulos de propiedad de las conocidas como casas baratas. El propio Franco puso la primera piedra del complejo en 1952. Más de 40 años después, el que acudió Jesús Almuíña Loeda, que era del delegado provincial de la Cotop (Consellería de Ordenación do Territorio e Obras Públicas). Estuvieron con el representantes del Instituto Galego de Vivenda e Solo y de la notaría de Corcubión, además del alcalde de Fisterra, que entonces era José Carrillo Ugarte, que pidió más casas sociales.
Los vecinos. Francisca Casais Díaz, Marina Trillo Calvo, Dolores Liñeiro, Rita Quintas Papín, Jesús Domínguez López, las hermanas Josefa y Juana Velay Rivas, Carmen López Sixto, Montse López López, su hija Esperanza Castreje y su nieta Chloé Insua Castreje son algunos de los residentes en las conocidas como las casas baratas de Fisterra. La inmensa mayoría de los vecinos son familiares de marineros, que murieron sin haber conseguido la propiedad de unas viviendas de poco más de 40 metros cuadrados por plan y un patio trasero. Casi todas las viviendas han sido reformadas a conciencia y muchas de ellas son más amplias ahora.