El último refugio de la pelota naranja en las comarcas de Fisterra y Soneira

Antón Lestón Lago
aNTÓN LESTÓN CARBALLO / LA VOZ

FISTERRA

BASILIO BELLO

El club ceense recupera salud con cerca de cien licencias deportivas

27 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Como la pequeña aldea gala en medio del imperio romano. Así resiste la Asociación Comarcal de Baloncesto Costa da Morte en un territorio dominado por el fútbol y en el que los deportes de equipo han ido menguando hasta el peligro de extinción. Entre Fisterra y Soneira se cuentan ya con los dedos de una mano. Lejos quedan ya los tiempos del hockey sobre patines en varios municipios o, incluso, los del balonmano en Camariñas. El voleibol se instaló en Dumbría, al igual que el fútbol sala, y el tenis de mesa crece desde Zas. Con varios amagos de divorcio, Cee, en cambio, mantiene su relación con la pelota naranja.

La historia de amor viene de lejos, de los 90, cuando el Anduriña reclutaba los pocos que prefería usar las manos que los pies. Uno de ellos fue luego el culpable de que la generación de Manuel Vázquez (Cee, 1990) recuperase el baloncesto federado para el municipio. «Éramos Déril, Iván, Miguel, Óscar e eu, un grupo de amigos, case que da mesma rúa», cuenta el que hoy es entrenador de los conjuntos júnior y sénior masculino. «O tema é que un de nós tiña un familiar que xogara no Anduriña e animounos a crear o equipo en cadetes», recuerda. Se formó así en el 2005 el Club Baloncesto Cee. En el 2007, fueron ellas las que se animaron a probar. «Eran, tamén, as rapazas da nosa pandilla», explica Manuel.

Fue entonces cuando se fundó la Asociación Comarcal de Baloncesto Costa da Morte como ese refugio para todas las personas amantes al básquet. Y pronto empezaron a ver que aquello funcionaba. Ellos y ellas alcanzaron varias fases de ascenso a medida que la entidad iba creciendo también en equipos, sumando primero el sénior masculino y, luego, una Escola Deportiva para los más jóvenes.

En la segunda mitad de la década del 2010, no obstante, toda aquella chispa fue apagándose a medida que la generación que la había prendido tuvo que ir desligándose de aquel proyecto. «Chegou o covid xusto no peor momento e aí si que se parou todo pola imposibilidade de utilizar o pavillón», cuenta Manu.

El renacer del ACB

El club fue perdiendo gente, primero, para después echar de menos patrocinios y otros apoyos. Y cuando la identidad prácticamente se había olvidado, el verano del 2023 un grupo de personas se encargaron de recuperarla. Mila Rodríguez como presidenta; Raquel Blanco, tesorera y Susana Rodríguez, secretaria. Ellas tres, madres de jugadores y jugadoras de la cantera ocupan ahora los puestos de una directiva que se encomendó a Manuel Vázquez para liderar la parcela deportiva.

«Temos case cen licencias entre todas as idades», reconoce el míster, aunque son cuatro los equipos que salen a competir cada semana: dos infantiles mixtos, el júnior masculino y el sénior masculino. El gran objetivo que se marca la nueva gerencia es potenciar la cantera, que ya el año pasado logró un título intercomarcal bajo el amparo del programa Xogade.

«Queremos que veñan dende pequenos e pequenas. Sabemos que ao acabar bacharelato a maioría non seguen, por iso temos que ter sempre unha base de pouca idade», explica Manu. Por ahora lo están consiguiendo, pues se mantienen como ese último refugio baloncestístico en la zona y atraen a gente de «Corcubión, Fisterra, Muxía, Mazaricos ou Laxe». Una ardua labor que conlleva grandes sacrificios, pues cada desplazamiento ocupa prácticamente medio día del sábado o del domingo. «O máis próximo é Carballo ou Paiosaco», dice. En el equipo sénior tienen que ir hasta Lugo, pero hay quien confía en que la distancia no puede con el amor y en Cee todavía le hacen ojitos a la canasta.