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Aparicio destaca la singularidad artística de los petroglifos de Tourón

Marcos Gago Otero
marcos gago PONTE CALDELAS / LA VOZ

LAXE

JAIME OLMEDO

Apoya la contribución de la Antropología a la compresión de los grabados prehistóricos

20 oct 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El doctor en Historia y antropólogo Buenaventura Aparicio es uno de los principales expertos en los petroglifos de Ponte Caldelas, especialmente los realizados en las laxes de Tourón, unas composiciones artísticas cuya singularidad realzan su importancia dentro del conjunto de los grabados prehistóricos gallegos. Hoy realizará una visita guiada, organizada por Terras de Pontevedra, con un grupo de personas interesadas que se apuntó para esta cita.

La cultura que creó estos petroglifos desapareció hace milenios. Estos trazos en el granito son la única parte de su universo simbólico que ha superado el paso del tiempo. «Se trata de una sociedad de hace cuatro mil años y ágrafa». Los grabados prehistóricos gallegos se pueden clasificar por sus motivos en geométricos y figurativos, objeto de múltiples interpretaciones en un debate que todavía está abierto. Precisamente Aparicio entiende que la compresión de los petroglifos se tiene que hacer desde «una visión multidisciplinar», no solo desde el punto de vista arqueológico, y aquí encuentran su lugar los antropólogos y los etnógrafos. Este especialista está elaborando un libro donde plasmará esa visión más amplia que publicará el próximo año.

Sobre Tourón este antropólogo señala que «algunos de los motivos que se ven solo los encontramos ahí, son de una calidad y de un interés excepcional». En Coto de Sombriñas, también conocido como Laxe das Cruces, «hay una esvástica y un trisquel que son motivos muy escasos en los conjuntos rupestres». Estos dos diseños están «junto a unas espirales radiadas prácticamente únicas y el gran ciervo que preside la escena está realizado vaciando el interior, es decir, buscando la sensación de falso relieve para que se vea más». Es una simbología muy inusual en Galicia.

En Outeiro da Silvela se encuentra el Orante. «Una figura antropomorfa, desnuda, con un falo muy grande, con las manos abiertas y por eso se llama el Orante, quizás la representación de un chamán o de una divinidad» es otra de las singularidades de Tourón. En Naval do Martiño, la escena de caza «hay una figura totalmente enigmática, que nadie sabe qué es pero que tiene que ser muy importante, una combinación ultrasemicircular llena de cazoletas, que tiene arriba una escotadura en uve». Aparicio admite que no tiene ni idea de lo que es.

El significado de estos conjuntos de Tourón, y del arte rupestre gallego en general, es la gran incógnita. Su interpretación, compleja, se basa en pistas y probabilidades y aquí encuentra su papel la Antropología. «Es la pregunta del millón», señala Aparicio.

«Las escenas de caza podemos interpretar más o menos lo que son, las escenas de equitación también, pero el repertorio geométrico de reticulados y combinaciones circulares enlazadas por canalillos o radios unas con otras es enigmático», precisa. Este especialista apunta a una de las teorías interpretativas de estos complejos geométricos considera que se trata de trazos «realizados por chamanes en estado de trance después de ingerir sustancias alucinógenas».

Gran parte de esta cultura seguirá en el misterio, Aparicio cree que es posible avanzar en teorías sobre algunos aspectos de este mundo simbólico, que cree que aún subsiste en parte en el imaginario colectivo de los gallegos, como la importancia de los itinerarios circulares en ceremonias de sanación.