Buño se muere poco a poco sin remedio

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CRÓNICA CIUDADANA

MALPICA DE BERGANTIÑOS

04 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Como sucede en otras localidades del rural de la Costa da Morte, Buño está condenada al ostracismo. La capital oleira de la Costa da Morte languidece por una población envejecida y la falta de fuelle empresarial, con relevo generacional incluido. El polígono empresarial es el espejo fiel de la ausencia total de actividad económica, pese a que costó en su día más de 1,4 millones de euros.

La última estocada la acaba de recibir de Abanca, cuya dirección comunicó al Concello que cierra una sucursal que llevaba abierta de forma ininterrumpida desde el 12 de diciembre de 1976 y en el mismo emplazamiento: O Empalme, número 7.

No es la primera vez que los gestores ordenan echar el cierre. A finales del 2012, y bajo la marca comercial Novagalicia Banco, la entonces cúpula decretaba el cierre de la oficina de Buño. Pero en aquella ocasión, la presión del Concello de Malpica, del resto de alcaldes de Bergantiños y de un vecino de la parroquia, Emilio Calvo Pan, evitaron sobre la bocina un cierre más que cantado.

Esta sucursal de Abanca tiene su historia. Se inauguró con el logo de Caja de Ahorros de Santiago. Eran tiempos en los que Buño presumía de ser una parroquia pujante y con negocios. La ausencia de oportunidades y una población cada vez más envejecida provocó el deterioro paulatino.

Después de aquel amago de cierre, la sucursal bancaria, ahora en manos de Abanca, permaneció poco más de cuatro años abriendo sus puertas los lunes y los miércoles. Pero a los gestores no les cuadran los números. Y ahora han dicho basta. Finiquitan un despacho que atendía a clientes de Buño, Cereo, Valenza, Xornes, Pazos, Cerqueda, Cambre y Leiloio. Las previsiones de la entidad es cerrar la sucursal a mediados de este mes. Los clientes tendrán que ir a Carballo, Malpica o Ponteceso. La única opción que baraja Abanca, y que el Concello obviamente avala, es la de llevar una unidad móvil los lunes, que estaría instalada a la altura del centro social de Buño.

La marcha de Abanca supone un nuevo varapalo para una parroquia que vive en gran medida de la olería. Cerró en su día una gasolinera, un restaurante (Casa Elías). Y dos empresas locales, Forjados El Progreso y Cerámicas el Progreso, no atraviesan precisamente por su mejor momento.

Y mientras, en Buño nadie parece alzar la voz, oleiros incluidos. Solo Emilio Calvo Pan parece no resignarse. No se doblega. No quiere ver como su pueblo cae en el olvido. Muchas veces actúa desde la incomprensión vecinal. Milucho es el alter ego de Buño. Pero esta vez ni él no va a poder evitar lo que sí evitó a finales del 2012: el cierre de la oficina de Abanca.