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Naufragio de los hermanos Cañizás en la costa de Malpica

Jaime Ricardo Suárez Villar

MALPICA DE BERGANTIÑOS

Ana Garcia

La pequeña embarcación, que iba al abadejo, zozobró en la zona conocida por Salgueira do Mar

20 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En la madrugada del domingo, 18 de febrero de 1951, en el puerto de Malpica soplaban vientos moderados del oeste, y marineros y patrones levantados miraban con mala cara el tiempo desde O Murallón. Luego, deciden salir a la mar aunque el tiempo no ayudaba mucho.

Sobre las ocho de la mañana, el patrón de la lancha Susa, Jesús Cañizás Cousillas, de 35 años; su hermano Francisco, de 22; Enrique Pérez Pose, de 22, y el sobrino del patrón, Manuel Rodríguez Pose, de 15, bajaron la lancha de la rampa -en la actualidad Casa do Pescador- junto con otras embarcaciones para la pesca del abadejo con liñas. Cogen el caixón de cangrexo que tenían fondeado y una vez fuera de la dársena levantaron la vela y pusieron rumbo al canal de las Sisargas. Pasaron O Carreiro y pusieron rumbo al Cabo de Punta Nariga, en busca del Talieiro do Cabo. El conocido Talieiro do Cabo es una bajura que da buenos abadejos; tiene de fondo unas veinte-veintidós brazas y queda un poco al nordeste de una piedra rodeada de mar y a unos seiscientos metros de la costa, conocida con el nombre de A de Couce. Se deja ver muy bien desde el faro del Cabo Nariga.

Como el tiempo no era bueno, tampoco impedía la salida. Otras embarcaciones lo hicieron también aquel día, sin que tuvieran grandes problemas. La lancha Santa Teresa, con Jaime Blanco Rois, de 20 años, de patrón, su hermano Antonio y el marinero Antonio Varela Rodríguez, salieron aproximadamente a la misma hora que la Susa y Jaime (que en la actualidad tiene 90 años) no recuerda bien quién llegó primero al Talieiro do Cabo.

Levantaron amarras

Pero aquella jornada estaban pescando las dos embarcaciones muy próximas y solas en el Talieiro y el viento del oeste venía cada vez con más fuerza y estaba cambiando a nornoroeste. Otras lanchas que estaban pescando cerca de ellos levantaron amarras y se fueron marchando para puerto, quedando los dos solos, faenando hasta el atardecer.

Como la Susa estaba mejor situada, pescaba más abadejos y tenía abordo unas cuarenta piezas y la Santa Teresa unas dieciséis o veinte. Entonces Jaime le dijo al marinero Antonio Varela que cambiara la amarra para la otra banda para estar más cerca de la Susa, y poder pescar algún abadejo más y al poco tiempo le entraron dos golpes de mar por lo que tuvieron que achicar agua. Fue entonces cuando este marinero le dice al patrón: «¡Vámonos de aquí,

esto ya no se puede aguantar!» Y el hermano, mientras, callado. Sobre las diecinueve horas, es decir, cuando se ponía el sol, la Santa Teresa decidió regresar a puerto, pero la Susa no lo hizo, y decidió esperar un poco más. Cuando la Santa Teresa se iba alejando con una cuarta de vela levantada, al mirar atrás, volvió a ver a la Susa velear varias veces; mientras el marinero Antonio Varela le decía al patrón que estuviera atento al timón, para no zozobrar por las enviadas que había y que no les entrara agua dentro. No la volvieron a ver más.

Zozobró

Se cree que zozobró en la Salgueira do mar, que tiene cuatro brazas de fondo, muy cerca del canal entre las Sisargas y el cabo de San Adrián. Al llegar a puerto la Santa Teresa, la estaban esperando mucha gente. Entre ellos, los familiares de las dos embarcaciones para saber algo da la Susa. Por la noche, la madre de Manuel Rodríguez, Ermitas Pose Calvo, fue a la casa de Jaime -eran vecinos en A Atalaia- y estuvo hablando con su madre y al verlo, comprendió que ya no tenía esperanza de volver a ver a su hijo y a su cuñado Jesús con vida.

Los cuatro tripulantes de la Susa vestían chaquetón azul marino de la Armada. Jesús Cañizás, también llevaba un gorro de los llamados abisinios, usado en la Armada. Francisco Cañizás llevaba también una camiseta de bayeta con las iniciales F. C. C. que fue encontrada el 27 de febrero de 1951.

Servicios de vigilancia

La embarcación pertenecía a la tercera lista, folio 860 y estaba asegurada en la Mutualidad de Accidentes de Mar y Trabajo. Era más grande que la Santa Teresa, que medía veintiséis cuartas de quilla. Después de ese día se establecieron servicios de vigilancia por la costa, por si encontraban algún cadáver, que dieron como resultado que los vecinos de Malpica José Arcay, Pedro Verdes, José Verdes Veiga, Jesús Regueira, José Lista y Prudencio Verdes Chico, encontraron en el sitio conocido como Riveira do

Castro la verga de la vela en cuatro pedazos, dos trozos de lona de la vela, y también varios trozos de madera, pertenecientes a la Susa. Fue a unas dos millas y media al noroeste de la costa de Beo y muy cerca de la Salgueira do Mar.

Todas estas personas prestaron declaración ante el juez, coincidiendo en que la causa probable del naufragio fue el haberse metido la mar dentro. Testificó también Rosario Pose Calvo, esposa de Jesús Cañizás, de veintiocho años, con cuatro hijos, de nueve años, ocho, seis, y una niña de cinco meses. También lo hizo Antonio Pérez Romay, de sesenta y dos años, padre de Enrique y siete hijos más.

El 9 de marzo apareció un cadáver en las Sisargas. A raíz de ello declaró Dosinda Regueira Blanco, de dieciséis años, vecina de Malpica y embarazada de seis meses. Dijo que el cadáver era el de su esposo, Francisco Cañizás, y que ella lo había reconocido por sus piernas y por el sentimiento que le produjo. El instructor no aceptó como segura esta identificación, apreciación que ratificaron los médicos que practicaron la autopsia.

Nunca fueron hallados

Los cuerpos de estos cuatro tripulantes nunca fueron encontrados y sus familias no quedaron muy bien amparadas desde el punto de vista económico, porque los únicos ingresos que tenían en esos meses de invierno procedían de la pesca, a la espera de la llegada de la primavera, cuando empieza la campaña de la sardina, En mayo, el Capitán General decretó el archivo de la causa.