El joyero y el mecánico de Malpica que desafiaron el desierto marroquí

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

MALPICA DE BERGANTIÑOS

PANDA TEAM COSTA DA MORTE

Recorrieron 5.000 kilómetros en un Panda y atravesaron España hasta Francia

03 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo de Alfonso Díaz y Enrique García, de Malpica, fue una aventura en toda regla desde el mismo momento en el que comenzó: un joyero y un mecánico de 46 y 48 años, respectivamente, aficionados a las competiciones de motor aunque sin nunca competir en alguna que, por un sueño, se subieron a un Panda para desafiar el desierto de Marruecos en un rali raid. Por supuesto, lograron cruzar la meta. Solo por empeño y ganas, no podía ser de otra manera, aunque las pasaron canutas.

El pasado martes 16 a las diez de la noche terminaron de arreglar el coche, un Fiat 4x4 Trekking del año 1992 recién comprado, y horas más tarde, de madrugada, empezaron a rodar hacia Sete, en Francia (unas 13 horas de viaje), desde donde tomaron un ferri para dirigirse al país africano. Todo esto, sin haber probado antes el vehículo en ningún tipo de terreno. El sábado 23 llegaron al norte de Marruecos. Acamparon en el Lago Mohamed V, desde donde el domingo partió a primera hora de la mañana la primera etapa (fueron seis en total). Así fue el modus operandi de cada jornada hasta el pasado sábado 30, en el que embarcaron de nuevo rumbo al país francés, entre 36 y 43 horas de viaje. Solo dos días concretos se aposentaron en sendos hoteles por circunstancias de la aventura. Este lunes emprendieron al fin el regreso a casa desde el puerto francés. Fue una semana de aventura que dio para mucho, con 5.000 kilómetros subidos al Panda que tanto adoraron y llegaron a odiar por momentos.

Diez horas en el coche a 30 grados

Se levantaban muy temprano para afrontar recorridos de nueve y diez horas que, en ocasiones, llegaron a alargarse hasta las doce de la noche debido a las complicaciones del trayecto. Les fue bien en las dos primeras etapas, solo valiéndose de una brújula y un libro de ruta proporcionado por la organización. El tercer y el cuarto día aparecieron las primeras averías y, en el quinto, en la antesala a la etapa definitiva, rompieron el embrague. Hasta ese momento marchaban en la vigésima cuarta posición de la clasificación general de entre un centenar de participantes. La organización los tuvo que remolcar hasta un taller y, eso, les restó muchos puntos.

«Foi subindo unha duna de area seca. Eran dunha inclinación dun 20 %, para enterrarte totalmente. Entre que había uns 30-32 grados e iso, o coche sufriu moito e alcanzou temperaturas moi altas», explican los protagonistas, que añaden: «Partías con 4.500 puntos, tiñas un tempo para acabar cada xornada e, polo tanto, unha velocidade media que cumprir nos puntos de control, o que o facía máis complicado aínda, pois a navegación consistía en seguir indicacións do tipo de ‘toma rumbo 230 grados, hai catro pistas, colle a do medio e, despois, cando vexas un montón de pedras, xira á dereita'. Todo isto tendo en conta que eran camiños de terra». Alfonso y Enrique, que conformaron el Panda Team Costa da Morte, se turnaron a la hora de conducir, incluso por ríos secos con muchas piedras, y para leer las instrucciones.

Un vehículo cargado de enseres

Es curioso el hecho de que en el propio vehículo de competición llevaban todo el cargamento de comida, ropa y herramientas preparado para esos días, además de repuestos para el coche y 20 litros de gasolina para posibles emergencias. El desayuno y la cena se lo proporcionaba la organización.

«Foi unha experiencia impresionante, quedáronnos ganas de volver»

A bordo del Panda, a veces cruzaron pequeños pueblos del interior. «Era todo moi rural e bonito, pero a xente tiña moita necesidade», comentan. En todo caso, se encontraron con personas «moi solidarias» en todo momento, en zonas que viven «da aventura, acostumados ó París Dakar».

«Piratas»

Precisamente en este sentido, se encontraron con «piratas». Así es como se les conoce a determinadas empresas de este sector que, debido a la pandemia, atraviesan por un mal momento y se dedican a «enganar á xente, mandándote por lugares difíciles para despois terte que remolcar e cobrar por ilo». Ellos también cayeron en la trampa.

Allí compartieron experiencia con varios gallegos. Las noches en la tienda de campaña también fueron de aventura, con mucho viento y problemas debido al terreno para agarrar las patas.

2.750 euros solo la inscripción

«Foi impresionante, unha experiencia moi positiva e única que estamos súper contentos de facer e que recomendamos a todo o mundo. Quedáronnos ganas de volver», dicen ahora. Solo la inscripción en la prueba ya costó 2.750 euros: coche y preparación, así como otros gastos puntuales, aparte.

Alfonso y Enrique, que ya recibieron el apoyo de numerosas empresas de Malpica, sobre todo, y la comarca, así como de sus familias antes de partir, también notaron el cariño de sus vecinos estando lejos a través de las redes sociales. Están muy agradecidos y orgullosos de pasear el nombre de la Costa da Morte por el mundo.