Desde hace nueve años, una pequeña empresa de una aldea de Zas, Carreira, abraza cada vez más mercado
29 may 2022 . Actualizado a las 21:06 h.Entre 50.000 y 60.000 pequeñas piezas de madera salen diariamente de las instalaciones de Maderas Fuentes, en la pequeña aldea de Carreira (Zas). Su función, desde hace case un decenio, es la fabricación de tapones que después sirven a empresas en España que comercializan ambientadores, aunque también tienen encargos para Brasil y los han tenido para puntos como Arabia Saudí.
Perfecto Fuentes tomó las riendas de la empresa que su padre fundó en 1961. «El foi un carpinteiro tradicional -dos mellores que había- e facía mobles, estanterías, chineros deses da cociña...», explica el empresario. Con la llegada de las nuevas tendencias en decoración, la progresiva pérdida de consideración por las maderas más nobles y los modelos de móntalo tú mismo, fue consciente de la necesidad de dar un giro de timón a su empresa y emprender un nuevo viaje hacia territorios desconocidos.
Desconocidos y muy poco explorados, ha de decirse, pues son apenas tres o cuatro empresas en España las que están especializadas en la misma actividad que esta factoría zasense. Eso juega a su favor, no cabe duda, pero también tiene su parte negativa. «Nós partiamos dunha boa base en canto á maquinaria que tiñamos, que a aproveitamos toda, aínda que tivemos que facer unha inversión grande. Pero descoñeciamos totalmente o sector».
Una apuesta arriesgada fue en su día, eso está claro, pero hoy Perfecto y su hijo Fernando, que lleva también las riendas del negocio, comparten una grata sensación de estabilidad con sus empleados. Nueve profesionales trabajan en Maderas Fuentes, y tienen intenciones de ampliar. «Levamos xa un tempo agardando por unha licenza para ampliar a nave e poder ter máis produción. Hai que adaptarse á demanda, e se as empresas piden máis produto, temos que ser quen de producilo».
Y no es poco todo lo que sale de la factoría: entre 50.000 y 60.000 piezas diarias, estima Perfecto. El proceso está bastante automatizado, algo necesario para llegar a tan abultadas cantidades, aunque es siempre supervisado por parte de los operarios. Comienzan desde el principio, trabajando sobre el propio tronco (compran la madera, certificada, en la zona de Lugo), que será de pino o abedul, dependiendo del modelo que fabriquen en ese momento. Asierran el tronco y, más tarde, lo secan en el exterior. Después pasará por diferentes procesos de pulido ya en el interior de la nave para conseguir listones con el grosor -o el diámetro- deseados. Una vez conseguida esa base con la que trabajar, llega la parte «divertida» y es darle la forma deseada.
Para ello emplean maquinaria de muy avanzada tecnología que, dados los parámetros tan específicos que deben cumplir, han sido poco menos que diseñadas y customizadas en exclusiva para la empresa. «As barrenas que levan para dar forma á madeira son pulidas por nós mesmos, xa que hai que conseguir un acabado exacto e perfecto e non hai nada no mercado que se axuste a isto», explica Perfecto.
Trabajan con alrededor de una treintena de modelos diferentes, lo que implica contar con treinta cuchillas y materiales distintos: uno para cada caso. Teniendo en cuenta que cada barrena puede llegar a costar entre 300 y 400 euros, uno ya puede hacer cuentas e imaginarse el volumen de inversión que requiere cada modelo nuevo que se patenta. Además, algunas de las máquinas con las que trabajan tuvieron, ya en su día, un coste inicial de unos 80.000 euros.
Es por ello que, además, estudian fórmulas para aprovechar al máximo cada metro de madera con el que trabajan. De hecho, están elaborando un proyecto para que pueda utilizarse la viruta resultante del fresado de las piezas en la combustión de las calefacciones. «Así, gañan as familias, porque lles resulta cómodo e barato, e gañamos nós, que lle sacamos rendibilidade». Por el momento, la distribuyen entre explotaciones ganaderas para colocar en las camas de las vacas.
Y así, desde un modesto negocio familiar de la Costa da Morte, salen objetos tan cotidianos que, casi con toda probabilidad, veremos al sentarnos en nuestro vehículo, o al alcanzar un libro de la estantería del salón. El emprendimiento, a veces, está a la vuelta de la esquina y cabe en la misma palma de la mano.