Un año de la muerte de Belén, una conmoción más unida a la del fallecimiento de su hija

Dentro de apenas una semana, el 8 de noviembre, se cumplirá un año del fallecimiento de Belén Esperanza Rodríguez Maroñas, a consecuencia de una enfermedad. Tenía solo 50 años, era empresaria de decoración y su partida conmocionaba a familiares, amigos y vecinos de su parroquia natal, San Cremenzo de Pazos, en Zas.  Y lo hacía por el hecho en sí y porque la fatalidad se había cebado en su familia. Otro fatídico día 8, el de febrero del 2016, había muerto en accidente de tráfico en A  Agualada, su única hija, Paula Sueiro, de solo 20 años, una incipiente promesa de la canción que ya llevaba un tiempo destacando. Madre e hija están enterradas en el mismo panteón de San Cremenzo, donde nunca faltan flores o mensajes de cariño alusivos a la hija, y más que habrá en esta próxima jornada de Difuntos.

También el que fue marido de Belén y padre de Paula, el veterinario José Manuel Sueiro, falleció en otro mes de febrero, pero de 2018. Los tres pasaron buena parte de su vida en Lalín, donde él tenía su trabajo. Allí empezó Belén su andadura en la decoración de alta calidad.

Belén y Paula pertenecen la familia de Casa Maroñas, vinculada al mundo del comercio hostelero y de la ganadería porcina. Belén dejó dos hermanos, Raquel y Gaspar. Belén también tuvo negocios de decoración en A Piroga (Vimianzo) y Carballo, y vivió también en Malpica y Buenos Aires.

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