La falta de banda ancha impide que profesionales se asienten en la Costa da Morte

Santiago Garrido Rial
s. g. rial CARBALLO / LA VOZ

ZAS

ANA GARCÍA

En parroquias de Zas como Muíño o Brandomil la conexión es defectuosa

12 dic 2023 . Actualizado a las 19:08 h.

Uno de los muchos motivos que impiden que se asienten familias en la zona rural es la falta de buenas comunicaciones (en algunos casos) y de telecomunicaciones (en más). Sobre esto último parece que no hay dudas desde un plano teórico, pero detrás de argumentos razonables hay nombres y apellidos.

Uno de ellos es el de Marcos Riveiro Lois, de 50 años. Vive y trabaja en Madrid, pero está muy vinculado a Muíño, en Zas, donde sus padres tienen una casa y donde ha pasado muchas temporadas. Podrían ser más, pero su dependencia de tener una buena conexión lo impide. Le instalaron un rúter por radio, pero a veces va muy lento o falla la conexión.

Incluso así podría arreglarse, porque tiene un trabajo flexible, pero no es cómodo ni práctico, y además inviable para cuando le toca una videoconferencia: si fallan los datos, no hay manera de arreglarlo más tarde. Necesita fibra. O incluso 5G en la telefonía móvil, pero tampoco la tiene. Ese es otro de los problemas de algunos puntos de las zonas rurales: ya no es que no haya cable o sea lento, es que la cobertura móvil es muy deficiente en varias compañías.

Hay otro aspecto que hace más llamativo su caso, y es que justo por delante pasan los postes y el cableado desde el que, con una adaptación técnica, Telefónica (es la compañía que le corresponde) podría darle el servicio que necesita.

Pero, a pesar de las promesas, las llamadas, los plazos dados, la teórica proximidad de esa adaptación, las varias llamadas y conversaciones, la adaptación sigue esperando. Ya no es tanto reclamar el servicio del que disponen en localidades más grandes o en ciudades: es que incluso en la misma parroquia hay vecinos que tienen esa fibra que le garantiza los buenos datos de banda ancha, y otros, no.

Y así se encuentra, a la espera, sin entenderlo muy bien. Al menos el rúter lo tuvo gratis hasta agosto, pese a que sus prestaciones no se adaptan a sus demandas. Cuando se arregle todo, si finalmente es así, podría pasar dos de cada cinco semanas teletrabajando, que es lo que le permite su empresa.  

También de Madrid

Su caso tiene bastantes similitudes con el de Johny Santiago Ferreiro, que reside de manera permanente en el municipio de Zas. No lejos de Muíño: en el lugar de Padreiro, en la parroquia de Brandomil. No tiene fibra, ni postes al lado, como Marcos. Pero al menos, sí cobertura 5G, y con eso se arregla. Preferiría una banda ancha en condiciones. «Así, tengo dificultades para realizar mi trabajo de manera óptima», explica. Las alternativas son la telefonía por radio o por satélite, que sube mucho de precio. Además, dado el tiempo que hace en Galicia, tampoco es una solución fiable en todo momento, con mucha pérdida de latencia.

En su labor (es jefe de equipo de informática que realiza proyectos para una destacada multinacional), la mayor parte del tiempo lo dedica a programar, y ahí no precisa una buena conexión, «pero el problema es cuando hay reuniones», ahí no se puede fallar. Una compañera que necesitaba atender al público con regularidad se fue del lugar, porque no había manera de adecuarse, no le valía con el móvil.

«Te venden el discurso de volver al pueblo, de estar en la zona rural, pero luego pasan estas cosas, lamenta. Y también critica que, a la hora de pedir las mejoras, «el Concello dice que es cosa de Telefónica, y al revés».

Con todo, él sí se ha quedado, dejando atrás Madrid, donde nació y se crio. Se vino hace tres años, aprovechando la conexión (esta siempre funciona) familiar, y usa el móvil como rúter hasta que vengan tiempos mejores. Y ni siquiera con alegrías: «A veces me muevo un poco y ya no tengo cobertura», asegura.

La pandemia lo empujó a Zas y se quedó, donde está más a gusto y tranquilo que en la capital, y se ha integrado muy bien. Pero es consciente de que no todo el mundo tiene esa suerte. «¿Cómo se va a quedar la juventud en las zonas rurales así?», se pregunta.