Ni victimismo, ni complejo de inferioridad. Después, los medios a disposición de cada club marcarán las diferencias, pero el Lugo, sus jugadores, han acostumbrado a su afición a un máximo nivel de competitividad, de exigencia. Y los nuevos, lo incrementan todos los años. Pasado mañana tocará estrenarse en La Romareda. El equipo no se arredra y se ve capacitado para dar la sorpresa. «Cuando uno sale al campo, da igual que sea La Romareda, el Bernabéu o el Nou Camp. Salimos a hacer lo que pide el míster, nuestro juego e intentar ganar», afirma el mediocentro Rafa García.
Él ha sido uno de los últimos en llegar, pero asegura estar «bien aclimatado». «Uno de los secretos es el vestuario. Me sorprende, porque siempre es raro que todos se lleven bien, siempre hay más afinidad con unos o con otros, pero aquí hay buen ?feeling? entre todos», desvela.
Un buen ambiente que redunda en la confianza con la que saltan a los terrenos de juego, en pie de igualdad, sea cual sea el adversario. Como ante los aragoneses. «Sobre el cartel es un rival que tiene que pelear por ascender, pero tiene que demostrarlo sobre el campo. Vamos a ir con las cosas claras, y afrontar el partido para ir a por los tres puntos», dice Rafa.
Hacer su juego
El Lugo saldrá a poner en práctica su fútbol atractivo. «Ya lo sufrí en mis carnes con el Xerez», dice Rafa, que ante el Jaén salió en la segunda parte, por Seoane.
Reconoce que un puesto en el eje titular cuesta caro: «Sabía a lo que venía. He llegado de los últimos. El míster tiene confianza en la base del año pasado, y yo tengo que entrenar y hacerle ver que puedo estar ahí».