Quique Setién ha dado esta temporada con el jugador perfecto para desatascar partidos taponados. Fran Sandaza es el escogido para ofrecerle otro aire al equipo cuando las cosas no marchan, en las segundas partes. Cuando el delantero entra en el campo, llega la revolución.
«Todos los jugadores aspiramos a salir de inicio», decía hace tan solo unos días el ariete toledano. Lo hacía después de que un gol suyo diera la victoria al equipo en Tenerife.
Entonces, Setién lo situó en el campo en la segunda mitad. El Lugo ya se encontraba en superioridad numérica, pero el impulso hacia la victoria no se produjo realmente hasta su entrada. No ha vuelto a salir de inicio desde entonces, y ante el Las Palmas, como anteayer en Madrid contra el Castilla, fue la primera sustitución efectuada por Setién.
Titular en las tres primeras jornadas, y portador del dorsal que define a los goleadores, el nueve salió del once con la irrupción de Rennella. Y eso que compartieron delantera contra el Jaén, con un gran rendimiento y coordinación.
Un punta
Pero Setién siempre ha manifestado su predilección por actuar con una sola referencia. Solo las circunstancias del partido le hacen variar esa decisión. Y Sandaza le ha respondido a la perfección hasta el momento. Por entrega (pues no da un balón por perdido y no duda en bregar con los defensas, a riesgo de recibir un sinnúmero de golpes) y rendimiento.
Ante el Castilla, el equipo volvió a mudar su cara con su aparición. En una de sus primeras acciones en juego, recibió un pase de Iván Pérez y chutó el balón al palo. Revolucionó el partido, como en el Heliodoro. Obligó a un sobreesfuerzo a los defensas. Solo le faltó marcar. El Lugo puede contar con él.