Cumplido el primer tercio del campeonato (14 jornadas), el Lugo ha dado otro golpe de autoridad en la mesa del Toralín y ha desactivado, primero, a su rival, la Deportiva, y luego le ha asestado la doble puntilla para traerse tres puntos de oro en uno de los terrenos más inaccesibles de la Liga Adelante. El equipo lucense ha desmentido al propio discurso oficialista de «lograr cuanto antes el objetivo de la permanencia», axioma incuestionable. Pero lo que este equipo ha realizado en catorce jornadas ni es casual ni tampoco para frivolizar sobre futuros objetivos. Es más, desde que Setién ha dado con la tecla del candado defensivo, juntando y escalonando las líneas por detrás del balón para robar y salir con cuatro o cinco hombres al contraataque, han decrecido las oportunidades ofensivas rivales y el equipo mantiene su puerta a cero. Incluso los habituales regalos de Pavón o Víctor Marco en la salida del balón, tienen el seguro de vida del inconmensurable José Juan. Y si este se traga algún balón en un despeje, surge el capotazo de un central para sacar el balón en la línea de meta, como ayer en el descuento del Toralín. El actual milagro rojiblanco se basa, sobre todo, en la solidez de uno de los mejores centros del campo de la categoría: cuando el tándem Pita-Seoane funciona a tope, el Lugo domina la posesión. Si a esa pareja de lujo se suman los