Los veintisiete puntos obtenidos en el ecuador del campeonato podrían considerarse una cifra aceptable para las aspiraciones de permanencia del Lugo en la división de plata, si los antecedentes de los mismos no quedasen demasiado alejados en el calendario. Es decir, la lectura hay que considerarla objetiva, pero, al mismo tiempo, inquietante, teniendo en cuenta el bache profundo del equipo rojiblanco en las últimas siete jornadas en las cuales solo ha obtenido dos puntos de veintiuno posibles. Es decir, que el cónclave que Setién ha tenido ayer con sus jugadores para analizar la actual situación y buscarle una salida airosa, hay que entenderlo como una medida terapéutica urgente, con un doble objetivo para hallar un revulsivo inmediato: autocrítica y recarga de pilas para salir del socavón. El técnico cántabro aún no ha dado con la tecla para encontrar una solución, que requiere una doble mejoría en las dos áreas. Los conceptos de la posesión han de trasladarse a las llegadas a la línea de tres cuartos del rival. A partir de ahí, solo el último pase y el remate deciden los partidos. Lo mismo sucede en los aledaños del área propia, siempre que el balón no ronde tu portería. Y ahí se sufre demasiado a balón parado, porque el gran talón de Aquiles reside en la defensa aérea. La igualdad existente en este campeonato se está resolviendo por los pequeños detalles, donde el Lugo no está acertado como en los primeros doce partidos de Liga. Recuérdense las diez jornadas sin encajar goles. Hay que retomar esos momentos, como urge recuperar la puntería de Enzo Rennella y Fran Sandaza. Los Pajaritos no parecen el mejor escenario para sorprender a un Numancia en posición de promoción de ascenso. Para puntuar habrá que hacer un partido muy serio y con los mínimos errores, donde la presión y la concentración no decaigan un instante. Nos jugamos demasiado.