No le den vueltas: el domingo 18 de mayo, a partir de las 18.15 horas (los horarios de la LPF son tan demenciales como absurdos), dos equipos se juegan la permanencia en el Anxo Carro. Todos aquellos que tratan de cargar sobre las espaldas del Alavés la exclusividad de la trascendencia de los puntos en juego, están mostrando un desconocimiento de la simple aritmética. Porque si bien es cierto que los 42 puntos de los vitorianos y su penúltimo puesto les obliga a ganar para mantenerse vivos en la Liga Adelante y cualquier otro resultado prácticamente les condena a falta de cuatro jornadas, tampoco para el Lugo, con sus 50 puntos, es intrascendente el partido. Es más, si los lucenses perdiesen los cuatro partidos que restan, ¿tendrían garantizada la permanencia? Muy dudosa la respuesta. Y es más, de los equipos de abajo, dos tienen ganado el golaveraje particular con los rojiblancos (Girona y Castilla), y Alavés (triunfo en Vitoria) y Hércules (1 a 3 en el Anxo Carro) parecen tenerlo a tiro de piedra. Solo los vitorianos podrían perderlo con los lucenses en caso de derrota por más de un gol. Muy difícil, pues. Porque hasta el general lo ganan con (-3) frente a (-6) de los de Setién.
Por eso, y para certificar la permanencia, hacen falta tres puntos como mínimo. Quizás lleguen dos, pero... De ahí, que es esta una final de dos. Se juega más el Alavés, sí, pero tampoco al Lugo le interesa seguir resucitando muertos, porque el difunto puede serlo él mismo el 8 de junio. Cuidado, pues. Setién recupera a Álvaro Peña tras cumplir su sanción, y seguirá sin contar definitivamente (o eso parece) con Sandaza, como medida disciplinaria irreversible. No sé yo quién será el más perjudicado, si el jugador o el propio equipo. El tiempo lo dirá.
La afición lucense tiene que multiplicar su asistencia y apoyo a este Lugo que se juega mucho, frente a un rival al que solo le vale la victoria. Es la hora de los jugones rojiblancos, porque ya se sabe que los trivotes no dan resultado. Los mejores resultados coincidieron con el mejor juego desarrollado, cuando el equipo hizo un fútbol de altura y eficacia, con la presión arriba, sin desmayo. Las victorias solo se logran estando al cien por cien.