
Yo también soy una nenaza. No entiendo al empleado del equipo de fútbol del Lugo que zanjó su frustración con esa frase que ojalá fuese del Pleistoceno, pero no. Se pronunció el domingo en un campo de fútbol profesional. Se lo dijo al equipo arbitral descontento con las decisiones que condenaron al equipo lucense a un empate en casa. Es triste que acabe reflejado en el acta ese «sois unas nenazas» que demuestra que no hemos avanzado nada. Siempre el insulto machista colgando de la boca. Busco nenaza en el diccionario de la Real Academia Española. Nenaza: varón afeminado y cobarde. Estupendo. Sigo el hilo, no sé si dental o mental. Afeminado. Cuatro acepciones. Ojo. Ahí van. La primera: dicho de un hombre que en su persona, modo de hablar, acciones o adornos se parece a las mujeres. Segunda. Que parece de mujer, cara, voz afeminada. Tercera acepción: dicho de un hombre, homosexual. Y vamos subiendo. Va la cuarta: disoluto. Tiro del hilo. Disoluto: licencioso, entregado a los vicios. Ese es el recorrido del lenguaje. El lenguaje lo fija todo, pero, a veces, no le da esplendor. De nenaza llegamos a vicio. ¿Qué tendrá que ver empatar un partido con ser una nenaza? ¿Por qué todavía insultar con ser una nenaza? Hay palabras que se cargan la vida y la libertad. Hay palabras tóxicas que, lógicamente, intoxican. Es culpa de la crispación continua en la que estamos. De las cárceles mentales en las que vivimos. Encima, muchas veces estamos a gusto en nuestras cárceles mentales, compartiendo insultos y delirios con los que piensan igual que nosotros.
Delirante también es la campaña para cargarse el día del padre y el día de la madre. En seguida, aparecen los buenistas que quieren fusionarlos en el día de las familias. Otra vez, las cárceles mentales, los prejuicios que solo causen perjuicios. ¿Ya no se puede celebrar el día del padre? ¿Tenemos que pedir permiso? Después de criar cuervos y dejarnos la salud, nosotros y ellas, las madres que nos parieron, no tenemos derecho a un regalo, a un mínimo homenaje, en una fecha que se celebró siempre. ¿Es necesario avanzar cargando contra todo?