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Un portero que comenzó «obligado» bajo los palos

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

Roberto, meta del Granada, se aburría de pequeño en la portería

26 sep 2012 . Actualizado a las 13:47 h.

Si alguien conoce bien a Roberto Fernández (Chantada, 1979), es su hermano José Antonio. Juntos dieron las primeras patadas a un balón y fue este el que obligó al portero del Granada a ponerse bajo los palos. Lo que comenzó como un juego de niños ha acabado con el meta gallego jugando en Primera División. Su próximo rival será el Celta.

«Yo necesitaba un portero, porque jugaba de delantero, así que como era el hermano mayor, obligaba a Roberto a ponerse en la portería». Así cuenta José Antonio, más conocido como Estrella, cómo el meta del Granada comenzó su idilio con la portería. «Él siempre quería jugar de delantero, marcar goles, y todavía hoy, si puede, lo hace. Le encanta tirar penaltis, y no lo hace mal», dice el hermano del jugador, que también vive con intensidad el mundo del fútbol, aunque como entrenador del Estudiantil (A Estrada) de Primera Autonómica. Lo corrobora el portero. «De pequeño me gustaba marcar goles, ser delantero. Solo me gustaba estar en la portería si me disparaban mucho, porque si no, me aburría. Ahora eso ya no me pasa, los partidos, cuanto más tranquilos, mejor», bromea.

De su afición a encarar la portería a Roberto le ha quedado una virtud «jugando con el pie, seguro que es el mejor portero de la Liga», asegura su hermano, testigo privilegiado de cómo el jugador del Granada consiguió hacerse un nombre en la élite. «A Primera solo llegan una minoría y él, además de tener las cualidades para ser un buen portero, es un jugador valiente y sobre todo un trabajador nato». Y en este punto, coinciden los dos hermanos. «Para jugar en Primera o Segunda tienes que tener condiciones, pero sobre todo humildad y poner mucho trabajo», apunta Roberto.

La ilusión por jugar al fútbol

Alcanzar la élite no entraba en los planes de Roberto Fernández. «Yo solo quería disfrutar con lo que me gustaba, que era jugar al fútbol». Así, poco a poco, casi sin darse cuenta, fue dando pasos, y llegó a la cantera del Celta. «Estuve seis años en en el club y guardo muy buenos recuerdos, fue una etapa de aprendizaje estupenda con grandes futbolistas y compañeros». Media docena de años vistiendo la elástica celeste dejan huella en la memoria del portero. «Recuerdo ascensos con el Celta B, una Copa, una final de Copa del Rey con el primer equipo ante el Zaragoza...». Roberto mira con cariño hacia el club vigués, «al que siempre le desearé lo mejor, excepto cuando nos toque enfrentarnos, claro».

Sin hueco para las polémicas

Roberto huye de polémicas pasadas y pasa página al último play off en el que Granada y Celta se vieron las caras. «Era un partido complicado porque solo podía pasar uno, pero no tienen que quedar rencillas. En aquel momento dije que ojalá nos viésemos de nuevo las caras, pero los dos en Primera, y aquí estamos». Su encontronazo con Iago Aspas está olvidado en el mismo cajón que la eliminatoria. «No guardo resentimiento a nadie, en el fútbol pasan cosas, pero se quedan ahí, no tengo nada en contra de Aspas, y si se da el caso le daré la mano como a un jugador más», añade.

El domingo, en Los Cármenes, Roberto no sabe si se volverá a medirse a su exequipo. La temporada pasada tuvo que operarse de una hernia discal que le apartó de la competición cuando era el portero menos goleado. Ahora está recuperado al cien por cien y luchando por ganarse la titularidad. «Roberto trabaja lo mismo cuando es titular que cuando es suplente», comenta José Antonio. «Me encuentro muy bien y estoy para que el míster me utilice. Tengo que trabajar fuerte para cuando Anquela crea que puedo ayudar. Si no, ayudaré desde fuera. Soy jugador de equipo», añade Roberto, que encara con ilusión la visita celeste. No escatima en elogios para el que fue su club, «que está haciendo las cosas bien en todos los sentidos», y espera que este sea el primero de muchos enfrentamientos en Primera.