La Rosaleda como puerta de salida

Xosé Ramón Castro
x. r. castro VIGO / LA VOZ

GRADA DE RÍO

M. Moralejo

El Celta pretende repetir la historia del curso pasado y que su visita a Málaga sea el punto de inflexión

13 dic 2014 . Actualizado a las 09:47 h.

La Rosaleda fue la puerta de salida a la crisis la pasada temporada. El entonces Celta de Luis Enrique llegó a Málaga con una serie de cuatro derrotas consecutivas y encontró un balsámico 0-5 que fue el punto de partida hacia un futuro mejor. El Celta de Berizzo, sin aquellas apreturas, llega ahora con tres derrotas y un punto de los últimos doce. Con la necesidad, como en aquella ocasión, de buscar un punto de inflexión.

La diferencia está en el momento de los contendientes. Aquel Málaga de Schuster tenía más nombre que fútbol, pero este de Javi Gracia no solo discute la etiqueta de revelación a los celestes, sino que les aventaja en cuatro puntos y se ha instalado por derecho propio en plazas europeas aunque a principio de campaña, y dada su mutación con respecto al curso anterior, apuntaba al vagón del sufrimiento. Sin embargo, cinco victorias consecutivas, antes de sus duelos con Atlético y Real Madrid, le han situado en una posición de privilegio.

El Celta viajó con 38 horas de antelación a Málaga y con la idea clara de agitar el tridente de ataque en busca de una solución a la sequía goleadora. Berizzo sostiene que el sistema de juego es innegociable y que el equipo se siente cómodo con él, por eso ha decidido mover pieza. Charles, salvo novedad mayúscula, será el faro ofensivo en detrimento de un Larrivey que se quedó sin pólvora tras marcar en el Camp Nou. Desde entonces han pasado 42 días, los que lleva el equipo en blanco.

La otra novedad en el once vigués estará en el centro de la defensa con el estreno de un nuevo cuarteto al coincidir por primera vez Sergi Gómez y Andreu Fontás en el centro de la zaga. Todo lo demás, parece un canto a la continuidad.

Además de un par de retoques, el Celta quiere incidir en la posesión, pero ganando profundidad y, sobre todo, exhibiendo más contundencia en las ocasiones que surjan durante la contienda.

Los vigueses se encontrarán a un rival que ha señalado en rojo el partido. Por dos motivos. El primero, tomarse la revancha de la sonrojante manita del curso anterior (aunque después ganaron en Balaídos), pero sobre todo, establecer una barrera de siete puntos con respecto a un rival directo en una zona intermedia de la Liga con un objetivo todavía por definir. Incluso jugadores con el peso de Duda han llegado a afirmar que los puntos de esta noche valen doble.

Las opciones viguesas de reconducir su situación en un recinto tradicionalmente proclive pasan por neutralizar el juego de bandas de los blanquiazules, el empuje de su sala de máquinas, con dos jóvenes de moda como Camacho y Sergi Darder, y con el poderío aéreo en ataque de Santa Cruz. No estará en el recámara Amrabat, que ya entrena con el grupo pero a quien Gracia no quiere forzar. Tampoco el central Sergio García, lesionado.

Hace un mes sería un duelo de revelaciones, pero los últimos resultados del Celta han colocado la cita en la frontera de la necesidad. En el inicio de una semana clave para el futuro.