EL CREADOR de las greguerías es don Ramón Gómez de la Serna, prosista de gran profundidad y maestro de los humoristas actuales. La greguería viene a ser una metáfora, una imagen o una asociación de ideas que desconciertan al lector. Así: «El desierto se peina con peine de viento y la playa con peine de agua; el cometa es una estrella a la que se le ha deshecho el moño; si ya ha caído el rayo, el aviso del trueno sobraba; la miel es un robo». He intentado escribir greguerías de la ciencia, como pobre remedo del maestro. No me resisto a lanzar unas cuantas al viento. Espero que alguien más se anime y encontremos una nueva vía para que otros se interesen por las cosas de la ciencia. Átomo es la divisible paradoja. En el núcleo de los átomos, protones y neutrones viven muy estrechamente. La materia está buscando a la antimateria para aniquilarla. El oxígeno se ha montado un ménage à trois con dos hidrógenos en las moléculas de agua. La aceleración de la gravedad precipita las muertes. Los cuerpos caen por la gravedad y los enfermos mueren por ella. Newton demandó al dueño del manzano. Las cargas y los polos de igual signo se repelían hasta que decidieron salir del armario. Las agujas de las brújulas jamás pierden el norte. La corriente alterna es una carrera de electrones indecisos: avanzan un poco y retroceden; y así siempre. En el triángulo rectángulo la hipotenusa se ha liado con dos catetos. En el isósceles hay un tercero en discordia. En el escaleno cada uno va por su lado. Los barcos flotan porque los empuja Arquímedes. Un submarino es un barco que se esconde debajo del agua para que no vean su fealdad. En un globo hinchado el reo es el aire. Ni siquiera los gases perfectos lo son. A los vasos comunicantes los contratan las empresas de publicidad, por lo bien que se comunican.