El ave prehistórica, que habitó en el Pleistoceno, fue descubierta por un equipo de científicos argentinos
02 jul 2019 . Actualizado a las 20:10 h.Con las alas desplegadas alcanzaba una extensión de tres metros y medio de largo, bastante más que el cóndor andino actual. Solo que el pájaro gigante vivió hace 10.000 años y se extinguió sin dejar rastro. Hasta ahora, en que un equipo del Museo Paleontológico de San Pedro de Argentina acaba de descubrir en la Pampa los restos de un ave majestuosa que convivía con perezosos gigantes, tigres de dientes de sable y gliptodontes. Y al cóndor no le faltaba alimento, puesto que cuando estos animales morían sus cadáveres servían de comida para una gran cantidad de aves carroñeras.
«Es un hallazgo excepcional, ya que se trata del registro de una nueva especie de ave gigante que sobrevoló la provincia de Buenos Aires a finales del Pleistoceno», explica Federico Agnolin, investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), que participó en el descubrimiento.
El cóndor andino actual tiene una envergadura promedio de unos tres metros, mientras que el que ahora se ha encontrado contaba con una extensión alar de más de tres metros y medio. «El peso de este gran ave posiblemente rondaba entre los 18 y los 20 kilos, mientras que el cóndor andino tiene una masa corporal de entre 12 y 15 kilos», destaca José Luis Aguilar, del Museo Paleontológico de San Pedro, que fue el primero en divisar los restos del ave.
No es, sin embargo, la primera vez que se encuentran otras especies extintas de cóndor. El equipo de Federico Agnolin había presentado en el 2017 al Pampagyps imperator, por lo que se cree que en algún momento de la prehistoria pudieron existir distintas especies de la misma familia. «Actualmente -apunta Agnolin- solo hay una especie de cóndor en Norteamerica y otra en Sudamérica, pero hace 10.000 años había una diversidad mucho mayor y estaban más distribuidas en el territorio».
«Estas aves cumplen una función muy importante, porque limpian los desperdicios al ecosistema, son grandes recicladores», añade el especialista. De hecho, el nuevo cóndor gigantesco, que aún no tiene nombre, vivió acompañado de otras aves carroñeras, como los caranchos gigantes, buitres y jotes. Sin embargo, como las aves tienen los huesos huecos son muy escasos los restos que logran preservarse.
Junto a los restos del cóndor gigante se encontró el maxilar superior de un pecarí juvenil y la pelvis de una tortuga, todos fósiles de la misma antigüedad, por lo que se cree que podían haber sido parte de la dieta del ave. «De confirmarse, sería la primera vez que se encuentra evidencia directa de las presas que servían de alimento a estos grandes carroñeros prehistóricos», subraya José Luis Aguiar.