Las actuaciones en el Senado de grupos de opinión no justifican su escasa operatividad. Aunque nos permitan conocer la engolada intervención del señor Mayor Oreja, de origen ingeniero agrónomo y habitualmente político. Un político que, si bien empezó en la UCD, previsiblemente de la mano de su pariente Marcelino Oreja, del grupo Tácito del final del franquismo, grupo de opinión ligado a los Propagandistas Católicos (ACNP) de Ángel Herrera Oria y el Padre Ayala, terminó en el neofranquismo presidiendo la Red Política por los Valores, que organizó la cumbre antiabortista.
El juego de Mayor Oreja dejándose relacionar con los Propagandistas de la ACNP, al amparo de la memoria del padre de Marcelino Oreja —breve director del El Debate, asesinado en el 34— y del propio Marcelino Oreja, enmascara algunas realidades de esa organización, nacida de la doctrina social de León XIII y Pio XI, pero también antifascista. Controvertida en su historia, tanto en sus documentos públicos como en el libro de Ruedo Ibérico (1974) sobre ella.
Lo más sorprendente de Jaime Mayor ha sido su posición respecto a la teoría de la evolución y el darwinismo: «Entre los científicos fundamentalmente están ganando aquellos que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución».
Mayor Oreja a su edad (1951), podría conocer La vida en el pasado del jesuita Theilhard de Chardin, publicada por Taurus en 1958 y prólogo del profesor Crusafont, donde se aborda y analiza el descubrimiento científico de la evolución. O acceder en la Biblioteca de Autores Cristianos, obra de los Propagandistas, a La evolución (1966), abordada desde una perspectiva cristiana, con nihil obstat episcopal, y autoría de tres científicos de sensibilidades diferentes. Entre ellos, el olvidado científico gallego, Emiliano Aguirre Enríquez, jesuita, premio Príncipe de Asturias, y «padre» científico del yacimiento de Atapuerca. Pero nada de todo ello lo incorpora Jaime Mayor. Y su actitud recuerda a la de Escrivá de Balaguer, cuando en un retiro en los albores de su Opus Dei, se preguntaba «¿Conviene que me relacione con los propagandistas de Herrera?», un estudio de Fernando Crovetto, en la revista del Istituto Storico san José María Escrivá (Roma, 2022).
Por más que ya en su época juvenil y desde una perspectiva laica, aunque quizás taurina, hubiera podido disponer Jaime Mayor de Darwin 100 años después (1982), obra del biólogo Jaume Josa, especialista en Darwin y la teoría de la evolución, discípulo de Crusafont —el prologuista de Theilhard—, quien además le hubiera ilustrado sobre los orígenes y leyendas del afamado «Anís del Mono», destilado en Badalona desde 1870 por los hermanos Bosch y Grau. Y de la historia de su etiqueta y su botella, como bien nos hizo saber en una disfrutada visita al Museo del Anís, en Rute (Córdoba). Todas ellas son percibidas como oportunidades que, ideologías aparte, habrá tenido a su alcance Jaime Mayor. Incluso el magisterio generoso —T’ha agradat, aquesta— del profesor Jaume Josa, también de aquel Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).