Pasa un rato con felinos, relájate acariciándolos y, si sientes el «match», dale un hogar

«Es impresionante la cantidad de gente que prefiere tener un animal que un hijo» Pedro Soto, responsable de la protectora La Perla Cat Cafe de Acea de Ama, en Culleredo
El proyecto de la ley de bienestar animal, que acaba de aprobar el Consejo de Ministros, pone negro sobre blanco que estas criaturas forman parte de los modelos de familia actuales como agentes importantes y, muchas veces, necesarios. Los diferentes puntos de la norma les dan a las mascotas un estatus superior al que tenían hasta ahora, y se les otorga un respeto que, para muchos, ha tardado en llegar.
En aras de mejorar la vida de animales domésticos surgen iniciativas que hacen más fácil la vida de las mascotas y, también, de los humanos. En A Coruña, sin ir más lejos, existieron hasta hace unos meses un par de Cat Café surgidos de una idea oriunda de Japón: darle un hogar a gatos que han sido abandonados y obtener los beneficios de pasar tiempo con los felinos (entre los que se encuentra que la disminución del estrés). La llegada de la pandemia provocó un efecto dominó sobre estos locales, que acabaron cerrando, el último de ellos, en febrero de este año.
Lejos de ser una tragedia, esto se convirtió en una oportunidad y Pedro Soto, el responsable, evolucionó incorporando este concepto de Cat Café a la protectora La Perla, situada en Acea de Ama, en Culleredo. «Abrimos hace tres meses y se trata de un local de unos 70 metros cuadrados, con tres estancias entre las que se encuentra una guardería para los gatitos más pequeños, una biblioteca y un espacio común donde están el resto de los gatos. Aquí viene gente a pasar un rato con ellos, bien porque no pueden tener gatos en casa, bien porque lo disfrutan o porque están buscando uno con el que tener feeling para darle un hogar», explica Soto.

Amante, como no podía ser de otra manera, de los animales, habla del bien que hace estar cerca de estos animales, y lo que le manifiestan las familias que van —a querer y— a dejarse querer a esta protectora. «Ayer mismo vino una pareja con dos hijas, y una de las niñas tiene depresión, y me contaron que lo mejor que habían hecho para ayudarla fue adoptar a un gato». Esto ocurre, según analiza Soto, en buena medida porque no nos sentimos juzgados por los animales, y establecemos un entorno de mayor libertad. «Nos cuesta mucho expresar nuestros sentimientos a otras personas, y sin embargo esto no nos pasa con perros y gatos, no nos asalta ese miedo a generarles rechazo porque ni nos van a preguntar cuánto dinero tenemos en el banco, ni nos van a llamar gordos ni les interesa nuestra orientación sexual».
Por otro lado, aclara un estereotipo que es cierto que cada vez compra menos gente: «Los gatos no son uraños ni ariscos, y es un animal que puede hacer compañía a cualquiera; no hay que ser de una manera determinada para tener un gato. Además, como son muy independientes, cuando quieren estar contigo lo están de verdad, y eso es muy agradecido».

Por la felicidad que dan y porque las familias están virando hacia modelos mucho más pequeños en los que, con frecuencia, en un hogar habita una única persona, cada vez son más aquellos que eligen vivir una vida sin descendencia, pero con un perro o un gato al lado. «Es increíble la cantidad de gente que, en la actualidad, prefiere tener un animal que un hijo», comenta y «a esas personas, y a todas las que comparten nuetsro amor por los animales, las invitamos a conocer La Perla Cat Café»