La céntrica tienda de Juan Flórez liquida sus últimas existencias antes de cerrar sus puertas definitivamente para convertirse en un hotel «El remate final» no tiene nada que ver con la inminente visita del Leeds United a Riazor el próximo martes. Lejos del simbolismo futbolero, los responsables de la tienda El Pote han elegido ese eslogan para publicitar la liquidación de existencias del que fue uno de los centros comerciales más importantes en la ciudad. Ahora, sólo la planta baja y el primer sótano conservan algún material a la venta. Los dependientes trabajan al mismo ritmo. «Estaremos aquí hasta que nos digan que nos vayamos», asegura uno de ellos. La fecha del desalojo definitivo es aún una incógnita. «Podría ser hoy mismo», confirma otro de los trabajadores consultados.
11 abr 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Los antes poblados y lujosos escaparates de El Pote son ahora desilusionantes fondos negros y blancos sobre los que no hay más que alguna estantería abandonada. Ni siquiera el cartel de las rebajas da colorido a la fachada de Juan Flórez. La mayoría de los papeles cubren los ventanales de la planta baja que dan a Médico Rodríguez. Dentro, un rápido vistazo ofrece todo el género disponible al comprador. Bajo los antes prestigiosos carteles de Givenchy, Helena Rubinstein y demás marcas de cosméticos sólo quedan ahora vajillas de ocasión. Platos, tazas, alguna jarra, muchos floreros de colores bastante chillones,... Los curiosos dan un paseo y eligen lo que más les gusta. «No está muy caro», se oye decir por lo bajo a una pareja que ojea un mueble bajo justo al lado de unas cajas fuertes de ocasión. Un amable empleado de El Pote atiende raudo a un nuevo cliente. «¿Le gusta algo?», inquiere. El hombre responde a la gallega, con otra pregunta. «¿Cuándo cierran?», replica. Su interlocutor, levemente azorado, explica que «será hoy, tal vez mañana, como mucho el sábado. Depende de cuándo se acabe el género y de los plazos de entrega del edificio a los nuevos propietarios». Los afortunados poseedores de la titularidad del céntrico inmueble residen en Barcelona. Se trata de la cadena Hesperia, que montará en Juan Flórez un alojamiento de cuatro estrellas que será uno de los buques insignia de su proyecto de expansión por toda España. «Es una pena que cierre un sitio como éste. Fue el primero que entendió las posibilidades del comercio a gran escala. Uno podía comprar aquí desde un mueble al traje de la boda de su hija. Para mí siempre será un lugar especial», comentaba abatido un autodenominado «cliente de toda la vida» de El Pote. En las oficinas centrales de la firma comercial coruñesa, una amable secretaria descuelga el teléfono con paciencia. «No están ni Andrés Conde padre ni Andrés Conde hijo. No sé cuándo volverán, pero les dejo el recado. No puedo decirle nada de la fecha del cierre, porque no lo sé ni yo misma», recita de memoria mientras los operarios de mantenimiento desmontan escaleras, halógenos y demás elementos reutilizables en otras instalaciones. «No cerramos del todo el negocio, seguiremos abiertos en nuestras otras tiendas», se limitan a subrayar desde la dirección de El Pote.