HISTORIAS DE A CORUÑA El Caudillo tuvo siempre la reliquia de la mano en su mesita de noche Las monjas Carmelitas Descalzas nunca miraron con buenos ojos a Franco. El motivo era que el Caudillo les había requisado la mano incorrupta de Santa Teresa de Jesús, tras recuperarla en la conquista de Málaga al general republicano Villalba, y no se la devolvió hasta su muerte, pues decía que era una santa muy milagrera y que le daba protección. Curiosamente, en el verano de 1963 coincidieron, por separado, en A Coruña la mano y el brazo de la Santa, una en el pazo de Meirás y otra en María Pita.
06 oct 2001 . Actualizado a las 07:00 h.CARLOS FERNÁNDEZ A CORUÑA La historia de la mano de la santa de Ávila data de 1585, cuando el vallisoletano Gracián de Dios, carmelita, mandó separar del cuerpo de la santa la citada mano, que se destinó al convento de las Carmelitas de Lisboa. Desde 1599 hasta 1920 estuvo en Portugal. Una revolución en el el país obligó a las monjas a traerla a España. En 1924, se depositó en el convento de las Carmelitas Descalzas de Ronda recién inaugurado entonces. Al estallar la Guerra Civil, las Carmelitas se refugiaron en el Asilo y una de las monjas sacó escondida la reliquia. Pero los republicanos se enteraron y uno de los miembros del comité popular exigió la entrega de la mano so pena de matar a las monjitas, al menos así lo dijo en la época el Abc de Sevilla. Al final, la superiora del convento la entregó. Cuando, en febrero de 1937, cayó Málaga en poder de las tropas de Franco, la reliquia apareció en la maleta del general republicano Villalba Riquelme. Fue llevada a Burgos y el Caudillo se la apropió ante la tristeza de las monjas. Para consolarlas, el capellán del Asilo, padre Rendón, dijo: «La mano no se pierde, se va con el Caudillo para guiarle en la conducción de la Patria». El Generalísimo siempre la tuvo en la mesita de noche y la trasladaba consigo, especialmente en los veraneos en San Sebastián y el Pazo de Meirás. Curiosamente, en junio de 1963, llegó a Galicia, desde Alba de Tormes, donde se guardaba permanentemente, el brazo de Santa Teresa, siendo A Coruña la única ciudad que en breve tiempo disfrutó de la presencia de las dos reliquias, aunque la mano estuviese privadamente en Meirás. Al llegar el brazo incorrupto al Puente Pasaje, lo esperaba el obispo auxiliar de la diócesis, Novoa Fuente, quien lo transportó en coche a María Pita. A su llegada, fue entregado al alcalde, Sergio Peñamaría, que lo declaró «huésped de honor» con la aclamación de más de 10.000 personas. Finalizada la recepción oficial, la reliquia fue llevada a hombros por las autoridades hasta la Colegiata, seguida en procesión por los fieles. Allí se celebró un solemne Te Deum, dando finalmente el obispo Novoa la bendición. Al día siguiente tuvieron lugar otros actos religiosos en honor del famoso brazo incorrupto, uno de ellos en el nuevo templo de las Carmelitas Descalzas en el Montiño, con participación de la Sección Femenina de la Falange.