La marcha tranquila está en Matogrande «La apertura del hotel nos ha dado un buen empujón»
A CORUÑA

En el origen hay un hostal. Galicia se llama. Está a la entrada de Matogrande y tiene cafetería. Fue el primer punto de encuentro. Después llegaron más. Cervecerías, bares, pubs y, últimamente, hasta una vinoteca. Está de moda el barrio. Los coches aparcados en doble fila lo acreditan. Aquí hay tomate nocturno. Matogrande se ha convertido, de un año para aquí, en una de las referencias de la marcha local. Y da la impresión de que no estamos ante una moda pasajera, porque la mayoría de los que copean en esta zona son clientes de costumbres, esa raza ajena a los muchos vaivenes de la noche, al «vamos a tal local porque es lo último de lo último». Es gente, en fin, que da la sensación de haber encontrado lo que andaban buscando. En los últimos años, el Ayuntamiento ha puesto freno a la saturación del Orzán al no permitir la apertura de nuevos locales junto a los ya existentes, y ha regulado la Ciudad Vieja, donde había hasta pubs que funcionaban con licencia de jamonería. Pagar un traspaso carísimo o apostar por una nueva zona fue la disyuntiva que se le presentó a muchos empresarios de la noche. Buena parte de los que tomaron la segunda vía están en Matogrande. Al Concello le ha nacido un nuevo barrio marchoso, y no es la Conservera Celta, a la que el alcalde y su equipo soñaban y sueñan con convertir (tras una gran transformación urbanística, claro) en la nueva meca de la movida coruñesa para descongestionar así el Orzán y contentar a sus desesperados vecinos, hartos de ruidos. El triunfo de la calidad ¿Por qué el éxito de Matogrande? «Porque es una zona donde se ha apostado por la hostelería de calidad», cree David Pernas, encargado del Cosecha del 64, una vinoteca «que ofrece más de 700 referencias». Caldos y embutidos para paladares exquisitos, y hay muchos en el barrio, porque el local tiene un solo año y ya es una parada obligada de primera hora. Pablo Suárez, de la cervecería Yates's, abierta hace año y medio, apunta otra de las claves del triunfo. Considera que los hosteleros del barrio han acertado al decantarse «por una marcha diferente a la del resto de la ciudad, tranquila». «Aquí la gente viene a hablar y no sale a la calle con la copa a montar follón», añade. Como mucho, y si el tiempo acompaña, se sienta en las terrazas. En todo el local no se adivina a ninguna persona cuya edad empiece por el número 1. Lo confirma Suárez: «Los clientes tienen de treinta para arriba». Priman las conversaciones Ángel Rodríguez, encargado del Classic London, precisa aún más. «Vienen matrimonios, parejas y grupos de amigos. Gente que ya ha dado por cerrada la etapa de salir en plan Orzán». En este pub de estilo british , uno de los mejores decorados, suena «pop-rock inglés y un poquito de house». En el local, que funciona desde hace tres años, la música fluye discreta, asume sumisa un segundo plano para no restarle protagonismo a las conversaciones. Ángel Rodríguez cataloga Matogrande como una «zona de primera copa», aunque aquí se pueden izar también la segunda y la tercera. Hay abiertos locales hasta las tres de la madrugada. Del ambiente británico del Classic London la gente suele pasar a las barras y estrellas del American Corner. Se han gastado dinero en decorarlo. Hay figuritas de estrellas del deporte y del cine, discos de oro y todo ese tipo de cachivaches que tanto gustan y tanto adornan. Atienden en las mesas, como en el London. Está lleno, escena habitual desde que abrió hace un año. Sin discoteca Una joven veinteañera pregunta en la calle por un «sitio para bailar o una disco». No los hay aquí. ¿Es una carencia? No para el encargado del Rico & Rico, David Nsue. «Matogrande va en otra onda», argumenta. En todo caso, su local, en el que se sirven comidas a horas más tempranas, será reformado «para hacerse más chill out café». Para que haya donde bailar, pero con tranquilidad. A la marcha de Matogrande, en eso coinciden clientes y hosteleros, le falta más publicidad. Venderse. La recién creada asociación de empresarios de comercio de la zona, en la que están incluidos los propietarios de los locales de ocio, «se encargará de difundir la imagen del barrio», anuncia Pancho Barreiro, propietario de la Cervecería VonDakinen.