«Ésta es una iglesia muy coruñesa», presume el coronel-capellán. Motivos tiene para sacar pecho. Detrás del altar mayor está enterrado uno de los grandes benefactores de la historia de la ciudad, Eusebio da Guarda, y la esposa de éste, Modesta Goicouría. Impresiona el mausoleo. Mármol de Carrara cubre a la pareja. Tenía ojo Da Guarda, que, cuando decidió financiar la construcción de un nuevo templo en el solar donde estaba la capilla, encargó a Isidoro Brocos, artista local, esculpir varias tallas de madera. «Están todas en buen estado», remarca el párroco Julio Taboada. Brocos figura en todos los libros sesudos sobre Pablo Picasso, pues el malagueño se refiere a él como «un maestro excepcional».