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Medio siglo de San Rosendo

Eva Moreda A CORUÑA

A CORUÑA

Reportaje | Exposición fotográfica Cincuenta años son pocos para una parroquia. Pero la historia de esta feligresía es también la de la expansión del barrio de la Sagrada Familia o la de la evolución de los trajes de novia

02 nov 2004 . Actualizado a las 06:00 h.

Las parroquias urbanas no pueden exhibir el poso centenario de las rurales, pero a veces son como una hiedra joven en la que se entretejen la religión y la vida. Como la parroquia de San Rosendo. Una exposición de fotografías muestra hasta el próximo 14 de noviembre que una parroquia no es sólo un lugar para rezar, sino un testigo de la historia de uno de los barrios emblemáticos de A Coruña -la Sagrada Familia- y de la vida de sus habitantes. La historia comienza el 31 de octubre de 1951. El arzobispo de Santiago, el cardenal Quiroga Palacios, instituye la primera parroquia de su diócesis dedicada a San Rosendo. «El cardenal era un galleguista moderado», apunta el actual párroco, Ramón Antelo. Y san Rosendo, además de obispo y abad, llegó a ser virrey de la pujante Galicia del siglo X. Los primeros tiempos fueron precarios. La parroquia de San Rosendo hubo de compartir iglesia con la vecina de San Pedro de Mezonzo. Así llegaron el primer bautizo, el primer entierro, la primera boda, protagonizada por dos invidentes. Casi un año más tarde, la parroquia se trasladó al bajo del número cuarenta y seis de la calle San Luis. Los límites de la feligresía se extendían entonces más allá de Os Mallos, hasta la estación de ferrocarril y la aldea de Vioño. Doce mil feligreses que acudían a los oficios -las niñas, de velo blanco; las mujeres, de velo negro-, se casaban y bautizaban a sus hijos en la parroquia. Y también jugaban partidos de fútbol, viajaban a Caión, a A Toxa o a Andalucía, o se disfrazaban de chinos y africanos para celebrar el Domund. Las fotografías los han inmortalizado. División Los años avanzan, y en 1968, el párroco de San Rosendo desde su fundación, Manuel Martínez Boullosa, bendice la primera piedra de las viviendas que marcaban el despegue urbanístico del barrio. El año anterior, el mismo sacerdote se lamentaba en un escrito del desbordamiento de la población en la parroquia, que ya alcanzaba las veinte mil almas. En 1976 la parroquia se desgajó: San Luis de Gonzaga se llevó la estación de trenes; San Benito, la plazuela de San Vicente. San Rosendo se quedó únicamente con el barrio de la Sagrada Familia. La fiebre urbanística de los años setenta alumbró también el proyecto de una verdadera iglesia parroquial. Hasta entonces, la sede se había ido desplazando de un bajo a otro por las calles del barrio. La actual nave, en la calle de la Sagrada Familia, fue inaugurada en 1989. Su bendición deja también un rostro conocido: el de Antonio María Rouco Varela, entonces arzobispo de Santiago y actualmente cardenal y arzobispo de Madrid. Los noventa traen la jubilación de Manuel después de treinta y siete años al frente de la parroquia; y la llegada de Ramón, el actual párroco. Excursiones a Lourdes y a Santiago, nuevas obras de teatro, nuevas bodas y comuniones con vestidos muy distintos a los que se gastaban hace medio siglo. La rueda de los años sigue girando imparable en San Rosendo. Para los próximos cincuenta, un deseo. Durante los primeros tiempos de la parroquia, presidía el templo una imagen de San Rosendo que fue retirada por ser demasiado pequeña y hoy está en manos de particulares. La actual salió de los talleres del coruñés José Juan. Ahora, la parroquia de San Rosendo quiere recuperar la antigua efigie y hacerla estudiar. Dicen que podría remontarse al siglo XII. Este eslabón uniría definitivamente esta joven parroquia con el peso de los siglos.