La cara B de la movida coruñesa

Rubén Ventureira A CORUÑA

A CORUÑA

FOTOS: JOSE C. PÉREZ

En directo | La noche se mueve La zona de marcha alternativa se expande desde la plaza de España hasta la Torre

21 may 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

«High Mountain to sky». De Monte Alto al cielo, más o menos. Lo leo en el servicio del Bar de Juan, no sé si el de chicos o el de chicas, que aquí da igual. Cuando empezaron a popularizarse los móviles con cámara, en uno de estos aseos se improvisó una sesión fotográfica de top-less. Unas habituales del local entraron una a una, se fueron retratando los senos (ya lo sé: en el Bar de Juan nadie les llama senos, pero esto es un periódico) y finalmente propusieron un concurso a un afortunado mozo: ¿A quién corresponden éstas? ¿Y éstas otras? Éste es el ambiente liberal, libertario piensan algunos, que se respira en este rincón de la calle Independencia por el que pasea su sombrero, de cando en vez , Yolanda Castaño. Hoy no está la autora del poema Beber leite , pero sí otro artista local, Jorge Cabezas, que cuenta que una vez le vendió un cuadro a Ron Wood, el de los Stones. Enhorabuena. A unas mesas copea el diseñador Antón Nicetrip Lezcano, que aporta las claves del garito : «Antes era como una habitación de tu casa, pero fuera de tu casa. Ahora ya no es tan familiar, pero sigue manteniendo el requisito del bar de Juan, que es la libertad absoluta para hacer lo que te pete sin molestar al de a lado». Rebeldes con causa La noche se mueve: del Orzán a Atocha y Monte Alto. Y el Bar de Juan es uno de los abanderados de esa movida off-Orzán . Ha brotado en A Coruña una especie de pequeña Compostela. Un ejemplo: un habitual de A Reixa, uno de los referentes de la noche santiaguesa, asegura que en O Patachím se siente como «na capital». Son, muchos de ellos, bares con conciencia, rebeldes con causa, sea ésta política, social o musical, o todas a la vez, batidas en un cóctel alternativo. Hay ya más de una veintena de locales nocturnos en el imaginario triángulo formado por la plaza de España y las calles Orillamar y Curros Enríquez. Diez de ellos (nueve pubs y un restaurante) se asociaron el pasado año bajo el nombre de Coruña Centro. La normativa municipal ha gestado, indirectamente, este emergente núcleo copero. El Ayuntamiento impide la apertura de nuevos locales en el Orzán, donde los traspasos o alquileres se pagan a precios desorbitados. Jorge, copropietario del Soda (calle Atocha Alta), explica que la compra de un local de 150 metros cuadrados cuesta «abajo» (o sea, en el Orzán) unos 300.000 euros, por los 90.000 que se pagan por uno similar «aquí arriba». Los pioneros Todos señalan a Rubem, el de O Patachím (Orillamar), y a Fran, de O Alfaiate (plaza de España), como empresarios pioneros. Diez años cumplirá el 9 de agosto este último bar: «Cando comezamos, estaba todo por facer nesta zona», recuerda Fran. Nueve tiene el local de Orillamar, la gran referencia de los indies coruñeses, el local que pocas veces deja de pisar Xoel (Deluxe) López cuando visita su ciudad. Las traspasamos, las puertas. Podrían sonar The Doors, pero lo que se escucha es la Velvet Underground. De las paredes cuelgan los carteles de Álvaro Valiño contra el desfile de las fuerzas armadas. En uno de ellos, la cúpula de la Casa de las Ciencias se transforma en tanque. Rubem siente que Monte Alto está «efervescente». La cara B de la movida está aquí. También la cara B de la ciudad. Más galleguismo que coruñesismo se detecta en la pequeña Compostela. Sin crédito Después de O Patachím y O Alfaiate vino el Telefunken. Cuando Julio lo abrió, hace seis años, un banco se negó a darle un crédito: «Decían que no era una buena zona para un bar, que estaba lejos del Orzán», recuerda. Hasta los vecinos de la calle Alcalde Folla Yordi se asustaron: «Se creían que iba a montar un puticlub». Pues no, creó un club de música house, del que después se desligó. Ahora, Julio y su mujer, Cristina, llevan La Tata, que está detrás del Ayuntamiento, un local de tonos pastel donde se puede comer pastel brownie. Al poco, el 16 de noviembre de 1999, se inauguró el Mardigrass unos pasos más arriba. Al principio, era habitual ver a Ton, uno de sus dueños, curioseando por las calles del entorno del local. «¿Esto que van a abrir aquí es un pub?», preguntaba así que veía una obra. «A ver si creamos zona», soñaba. Y su deseo se hizo realidad. A unos metros brotó primero el bar de Juan. Y, en el último año, han abierto otros tres locales en el entorno del campo de Marte (Xarras, Gabba Gabba y O Desquite). Mardigrass y Telefunken crearon zona. Y el Pata hizo lo propio en Orillamar. Crearon zona indie . Una alternativa, o complemento, al Orzán.