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Un mercado elegante

Carlos Fernández A CORUÑA

A CORUÑA

ARCHIVO CARLOS FERNÁNDEZ

La antigua plaza de abastos se inauguró en 1910 y fue derribada en 1958. En el mismo espacio se estrenará dentro de unos meses un moderno recinto comercial

08 ago 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

«Ya hay en A Coruña una plaza de abastos decente que se puede mostrar al forastero», proclamaba jubiloso un comentario de La Voz el 10 de abril de 1910, al día siguiente de inaugurarse el mercado de Eusebio da Guarda de la plaza de Lugo, en el mismo lugar donde ahora se da remate a otro radicalmente distinto. Todo había comenzado el 25 de enero de 1897, cuando el filántropo Eusebio da Guarda otorgó testamento, en uno de cuyos apartados se decía que, finalizadas las obras del Grupo Escolar que se estaban efectuando, invirtieran sus herederas y hermanas, Rosa y Luisa da Guarda González, 200.000 pesetas en la construcción de un mercado de hierro en la plaza de Lugo, para el cual el Ayuntamiento debía ceder el terreno que allí estaba explanado. En 1900, ya terminadas las citadas escuelas, el Ayuntamiento entró en negociaciones con las hermanas Da Guarda para poner en práctica lo testamentado, decidiéndose que el legado se invertiría en el cuerpo central del edificio, corriendo los cuerpos norte y sur del mismo por parte del municipio. El coste total ascendió a 600.000 pesetas. El autor del proyecto fue el arquitecto Pedro Mariño, dando comienzos las obras en 1901. Sustituía el moderno edificio a unos antiestéticos tinglados con toldos remendados, baldosas desniveladas y, encima, suciedad y falta de higiene de los alimentos que allí se vendían. En el nuevo mercado había mármoles, mosaicos, marquesinas, herrajes artísticos (hechos en el taller de Wonenburger), numerosos registros de agua, desagües y luz que penetraba directamente por las cristaleras. Pescado fresco El pabellón central tenía 52 puestos, que se destinaban exclusivamente a la venta de pescado fresco; los pabellones laterales disponían de 45 puestos cada uno, donde se venderían legumbres, pan, huevos, gallinas o carnes de cerdo y vacuno. En las marquesinas se distribuyeron 28 puestos más para verduras, flores, frutas y otros artículos. Las cuotas diarias de alquiler oscilaban entre 0,25 y 2 pesetas. Presidió la inauguración el alcalde de la ciudad, señor Folla Yordi, al que acompañaba el primer teniente de alcalde, señor Lens Viera, y la hermana del benefactor, Rosa da Guarda. En el discurso del regidor municipal, se puso de manifiesto la necesidad de un mercado moderno en el cada vez más floreciente Ensanche, al mismo tiempo que enalteció a Eusebio da Guarda, merced a cuyas aportaciones económicas se debían tres obras tan emblemáticas como el grupo escolar que lleva su nombre, la iglesia de San Andrés y el mercado. Después, los numerosos invitados tomaron un lunch en el cercano Hotel de Francia, mientras el mercado se abría al público, que desde bastante antes se agolpaba ante sus puertas principales. La Voz, en su reseña del acto, apuntaba: «Años más adelante, será cosa de pensar en el establecimiento de nuevos mercados en Santa Lucía, e incluso en (el entonces lejano) Monelos». Derribo y nueva obra El Mercado, a pesar de su belleza arquitectónica, se fue haciendo pequeño para el barrio al que servía. De ahí que se optase por su demolición por partes. La nave central fue la primera en ser sustituida por otra más funcional, pero no muy estética, que comenzó a funcionar a finales de 1958, siendo ocupada por más de cien vendedoras de pescado que habían aguantado tres años en los puestos provisionales instalados en plena calle. Posteriormente se constituirían los dos cuerpos, norte y sur, que sustituirían, ya en la década de los sesenta, al edificio que acaba de derruirse para construir el que se va a inaugurar en breve.