Entrevista | Marilyn Rossner
16 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.Cuando era pequeña se dio cuenta de que no era igual al resto de los niños. Marilyn Rossner tenía un don, y hoy está considerada como la mejor médium del mundo. Además, es docente en la Universidad de Montreal (Canadá), profesora de yoga y psicoterapeuta infantil. -Tuvo su primera visión muy temprano. ¿Cómo fue el descubrimiento de ese don? -Tenía cuatro años y medio. Estaba preparando los adornos de Navidad con otros niños cuando escuché «Cristo es Dios, Cristo es el Señor». Al volver en mí, me caían las lágrimas y cuando llegué a casa, todo el mundo estaba muy emocionado. Años después supe que había tenido una experiencia de lo que es estar casi muerto, que había alcanzado otro nivel. -A partir de ahí, ¿cambió su vida? -Como el cambio sucedió tan temprano, no fue tan fuerte. La siguiente visión tuvo lugar a los seis años: empecé a ver a familiares que habían muerto y que no conocía, y me daban mensajes. Se lo conté a mi familia, pero nadie le dio importancia. Hasta los catorce años no me di cuenta de que los demás no veían de la misma manera. Tenía ese don y no había prevención contra él. -¿Qué busca la gente cuando acude a usted? -Busca una confirmación o afirmación de que vivimos en unos planos de la realidad y de la existencia de algo más allá. La muerte no es definitiva, sino algo más; es un cambio. Descubren que los seres queridos están en el otro lado y que podemos contactar con ellos. Además, la gente también quiere conocer el propósito de su vida. Mi mayor satisfacción es poder dar a conocer que somos unos espíritus dentro de un cuerpo físico. -¿Qué es lo que más sorprende a quienes van a sus sesiones? -Creo que lo que más llama la atención es la excitación increíble que siente el alma al oír estas verdades y al escuchar los mensajes. Hay hambre de información en los seres, y, cuando la reciben, se sienten alimentados y satisfechos. -Como en todas las ciencias, siempre hay algún incrédulo. ¿Qué opina de ello? -Un sano escepticismo puede estar bien, porque cada uno tiene que buscar sus formas de encontrar la verdad. Mi misión no es convencer a nadie, sino compartir mi conocimiento y proporcionar esa información a aquellas personas que la están buscando.