
Reportaje | Una espiral de fatalidades Un espectador falleció en la antigua plaza el 6 de agosto de 1936. A esta muerte la siguieron un accidente de tráfico de Ortega y la muerte de Sánchez Mejías. Ambos torearon aquella tarde
02 ago 2006 . Actualizado a las 07:00 h.Siempre que se habla de toros y A Coruña se recuerda que fue en la antigua plaza (por cierto, otra obra derribada de Ciórraga, el del demolido asilo, el creador de las galerías de la Marina) en donde Luis Miguel Dominguín tomó la alternativa el 2 de agosto de 1994. Pero Marineda también figura en la historia de la tauromaquia por un hecho menos celebrado. Más que hecho, suceso. Suceso que desencadenó una espiral de muerte. Vayamos al origen, al 6 de agosto de 1934. El diestro Juan Belmonte tiene que descabellar a su primero. Toma, como hacen todos, el estoque, el mismo que ha utilizado segundos antes para intentar matar. El toro se revuelve, el estoque sale despedido y se clava en el espectador que ocupa «el asiento 34 de la fila sexta del tendido 1», detalla Jesús Reiriz en su libro Anecdotario coruñés . El herido se llama Cándido Roig Roura. Tiene 36 años, es natural de Portosín y, por cierto, ocupa un asiento contiguo al del crítico taurino de La Voz. Ingresa Cándido en la enfermería de la plaza. Muere al poco rato. Deja viuda y cinco hijos. «A raíz de este suceso, el Gobierno modificó el reglamento taurino, prohibiendo el estoque de matar para el descabello, y naciendo así el verduguillo», escribe Reiriz. Verduguillo, estoque de descabellar o estoque de cruceta, que los tres nombres son válidos. Se diferencia del estoque de muerte «por llevar una cruceta situada a diez centímetros de la punta», explica Fernando Fernández Román en su libro Los toros contados con sencillez . Y añade que «se declaró obligatoria la instalación de este tope ante la proliferación de accidentes que causaban las espadas cuando la cabezada del toro las arrancaba de la mano del torero al fallar en la suerte de descabellar. El más grave ocurrió en la plaza de La Coruña, en 1934, cuando el estoque con el que descabellaba Belmonte saltó al tendido y acabó con la vida de un espectador». Coche en el barranco En la plaza de A Coruña, aquel 6 de agosto, ven la muerte en directo los otros dos diestros del cartel, Domingo Ortega e Ignacio Sánchez Mejías. Pronto les tocará mucho más cerca. En un artículo publicado el pasado mes en ABC , Antonio Santainés relata que, estando en A Coruña, a Ortega le llega la noticia de que su hermano Matías ha muerto. Emprende viaje hacia Madrid. Sufre un accidente de coche. El automóvil se cae por un barranco en Retorte. Resulta herido, al igual que el banderillero Salvador García. Un pariente de Ortega, Francisco Caballero, salé más malparado. Fallece a las 10 de la mañana del día 7. La guadaña de la muerte no se frena ahí. Ortega figura en el cartel del 11 de agosto en Manzanares (Ciudad Real). No está para trasteos. Lo sustituye Sánchez Mejías. Pero algo intuye éste. El día anterior, el 10, desde la plaza de Huesca, donde está toreando, ordena que se avise a la organización de la corrida de Manzanares de que no va a presentarse. Cambia de opinión después de la lidia. Irá, pero sin su propia cuadrilla. Es el propio Sánchez Mejías el que, en el sorteo de reses, saca el papelito con el número 16, el del toro Granadino . Es la primera vez que realiza esta función, reservada por tradición a los representantes de los diestros, habitualmente los banderilleros. Por fin en la plaza. Granadino frente a Sánchez Mejías. Sufre una cogida. El 13 de agosto fallece por la gangrena que le causa la cornada. La espiral de muerte que se inició en A Coruña y continuó en Retorte se frena en Manzanares. O no: Federico García Lorca publica en 1935 Llanto por Ignacio Sánchez Mejías . «A las cinco de la tarde. Eran las cinco en punto de la tarde.?Un niño trajo la blanca sábana. A las cinco de la tarde». Lorca es asesinado un año después en un camino de Granada. Dicen que un día 19. De agosto, claro.