Un incendio con fósforo

Carlos Fernández a coruña

A CORUÑA

GUSTAVO RIVAS

Historias de A Coruña | Edificios en llamas Hace justamente un siglo el fuego se apoderaba de la Fábrica de Cerillas, que quedaba totalmente destruida

13 ene 2007 . Actualizado a las 06:00 h.

Uno de los incendios más sonados en A Coruña durante las primeras décadas del siglo XX fue el de la Fábrica de Cerillas, también conocida como la de Zaragüeta, pues así se apellidaba su propietario. Ubicada en el número 17 de la calle Castiñeiras, funcionaba desde 1871. Su dueño era hasta entonces el propietario de la factoría de Irún, pero debido a las dificultades causadas en el País Vasco por las guerras carlistas decidió trasladarse a la capital coruñesa a las instalaciones donde había funcionado con anterioridad una nave de fundición de Manuel Solórzano. A partir de 1898, la empresa se incorporó al monopolio del Estado sobre los fósforos, que había sido establecido en 1892, funcionando como arrendataria del mismo. La fábrica proporcionaba trabajo a cerca de un centenar de mujeres que, a comienzos del siglo XX, ganaban entre 9 y 21 pesetas a la semana, trabajando en régimen de destajo. Eran conocidas popularmente como las misteiras, y, sobre ellas y sus reivindicaciones sociales, publicó un libro la historiadora Ana Pose (Fundación Luis Tilve, 1999). Y fue el 9 de junio, sábado, cuando se declaró el incendio, poco después de que las empleadas hubiesen finalizado su trabajo. La causa parece que fue fortuita, aunque debida al material inflamable que almacenaba. Pronto el fuego alcanzó grandes dimensiones y pudo verse desde numerosos lugares de la ciudad. Tras avisar al parque de bomberos, las campanas de las iglesias daban la señal de alerta. La mayor dificultad fue que la bomba de vapor no podía actuar, pues pronto se quedó sin agua que la alimentase, y, cuando se quiso tomar del pozo de una finca cercana, hubo oposición de algunos vecinos pues la gente les iba a destrozar los sembrados, teniendo que imponerse al final la Guardia Civil para conseguir el líquido elemento. Crónica No obstante, la fábrica quedó completamente destruida, con la excepción de algunos útiles que pudieron salvar las propias empleadas. La Voz informó ampliamente, en su primera página, del siniestro. La crónica, que llevaba el sello de su futuro director Alejandro Barreiro, comenzaba así: «Acababa ayer el día tranquilo en La Coruña, sin emociones, cuando se extendió por la población la triste noticia: estaba ardiendo la antigua fábrica de fósforos de Zaragüeta, un establecimiento popular en toda España y muy simpático». Como anécdota, triste, hay que citar que, aprovechando la confusión del incendio, muchas personas fueron sorprendidas llevándose paquetes con cajas de fósforos, siendo necesario el cacheo. El efecto inmediato del siniestro fue que las obreras se quedaron sin trabajo, apuntando La Voz: «El voraz incendio ha llevado la miseria a cien honrados y modestos hogares, alimentados hasta hoy por reducidos, pero bien administrados jornales». Sin embargo, y gracias a un intenso esfuerzo, la fábrica reanudó su trabajo el 20 de diciembre del mismo año, aunque las obras, dirigidas por el arquitecto Juan de Ciórraga, estaban sin terminar todavía, aprovechando que las naves tenían sus cubiertas colocadas. Los trabajos de reconstrucción quedarían terminados a finales de 1907, pero la fábrica cerró sus puertas a mediados de febrero de 1908, pues había expirado el contrato que el sindicato del fósforo tenía con el Estado, quedando en la calle sus empleadas que, entonces ganaban entre 1,50 y 3 pesetas diarias (los obreros, unos 12, cobraban entre 2,75 y 4 pesetas). No obstante, a primeros de marzo, el personal despedido volvió a la factoría, pues Zaragüeta firmó otro contrato con el Estado, comprometiéndose a entregarle cada mes el doble de la producción anterior.