Los zapateros creen que el dibujo de algunas aceras estropea más el calzado
27 ene 2008 . Actualizado a las 02:00 h.«Todos los zapateros de la ciudad deberíamos regalarle un par de jamones, o incluso un chalé, a los concejales de Obras que ponen las aceras», bromea Roberto Purriños, al hablar del desgaste del calzado de los coruñeses al transitar por la ciudad. Su tatarabuelo, así como su abuelo, su padre, sus tíos y sus hermanos han sido toda su vida zapateros, y, a lo largo de estos años han constatado que las baldosas que predominan en la mayoría de las aceras, y tiene forma de cuadraditos o redondeles, «son unas escarallazapatos».
Las más perjudicadas por este diseño de las losetas son las mujeres, que siempre suelen usar un poco de tacón en sus zapatos (algunas incluso de aguja), que acaban destrozados y llenos de golpes al colarse por las ranuras de separación que quedan entre los dibujos de las baldosas. «Si tú andas del Obelisco a la plaza de María Pita por la calle Real, los zapatos te van a durar un siglo. Si cambias de calle y vas por San Andrés, no te duran tres días», especifica Purriños, que considera las baldosas grandes y lisas (como las de la calle Real) las mejores para poder mantener a punto el calzado durante más tiempo.
De hecho, Purriños incluso llega a comparar la ciudad coruñesa como la compostelana por sus calles peatonales, y afirma: «En Santiago duran más los zapatos que aquí, porque las baldosas son lisas». Este zapatero coruñés también especifica que la culpa de que los zapatos duren menos no es por el tipo de calzado, «porque nunca fue tan bueno como ahora el material con el que se hacen las tapas. Sin embargo, con estas aceras, hay muchas mujeres que estrenan zapatos, y al día siguiente tienen que venir a cambiar las tapas porque le han caído».
Los problemas entre las baldosas y los zapatos no son nuevos. El historiador Carlos Fernández recuerda que, cuando se inauguró la plaza de María Pita -a principios de la década de los ochenta-, una parte de la misma se cubrió con adoquines, que se colocaron un poco separados. Muchos coruñeses protestaron, sobre todo las mujeres, porque se quedaban enganchadas con los tacones, además de que corrían peligro de caerse. Finalmente, el Ayuntamiento sustituyó estas piezas por baldosas grandes y lisas.