La viguesa María del Carmen Martínez tiene que pasear por las calles de la ciudad con su Citroën Xsara con los cristales rotos, la pintura levantada y la carrocería rayada. Los policías locales la interceptan para multarla, pero se apiadan de su historia, que ella misma relatará hoy en la tertulia televisiva de Ana Rosa Quintana.
Ella explica a los agentes que su ex marido le causa daños en su coche porque dice que el vehículo le pertenece. Ella muestra documentos que la acreditan como única conductora y que el vehículo está a nombre de la hija. «¿Para qué lo voy a arreglar si a la noche siguiente me lo vuelve a romper?», dice la víctima. Debe al taller una factura de 6.000 euros porque tuvo que cambiar en tres meses 18 ruedas que, supuestamente, le rajó su ex cónyuge. «Lo que quiero es que se haga justicia, que pague los daños y me deje en paz», dice.
Por ello, necesita conservar intactos los desperfectos como prueba hasta que el próximo día 10 se celebre el juicio por una falta de daños del 16 de enero. Los agentes la han parado tantas veces que ya la conocen. «Me dejan circular, pero no puedo salir de la ciudad», afirma.
El matrimonio duró 16 años y hace tres la pareja se separó porque «me insultaba, decía que yo no valía para nada, rompió una mesa y un día me levantó la mano, aunque no me pegó». El pasado 1 de noviembre, él pidió una segunda oportunidad, que ella rechazó. Al poco, comenzaron los ataques al coche.
Su ex cónyuge es taxista y durante tres meses rondó su casa por la noche. Supuestamente, destrozó el parabrisas con una piedra y rajó 18 ruedas. La mujer debe circular con la puerta trasera y las ventanillas protegidas con plásticos impermeables porque las lunas están rotas. También sufrió el vertido de un ácido decapante para desconchar la pintura de la carrocería.
El 16 de diciembre, ella logró grabar los actos vandálicos. En un mes, entregó a la policía nacional tres cintas de vídeo en las que reconoce a su ex marido cuando raja las ruedas. «Se ve el número de su taxi», dice.
El ex cónyuge fue detenido el 21 de febrero por quebrar la orden de alejamiento y cortarle el paso con su taxi a la salida de su trabajo. Fue el último incidente. «Nadie me avisó de que él estaba libre. Tuve que llamar yo para preguntar si podía salir tranquila a la calle», se queja.