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Rechazado el traslado de una niña al colegio de Perillo en el que estudian sus hermanos

A CORUÑA

12 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Una niña de seis años estudia a seis kilómetros de sus hermanos. La cría está en primero de primaria en el colegio A Rabadeira, de Oleiros, y los niños lo hacen en el Valle Inclán de Perillo. Acuden a colegios distintos porque al principio de este curso no había plaza para la pequeña en el centro al que acuden sus hermanos. Pero lo peor no es eso. Donde estudia la cría no hay plaza de comedor, lo que obliga a su madre a pagarle 400 euros a una chica para que cuide de su hija y le dé de comer. No sería mayor problema si la madre de la que hablamos no estuviese separada y no tuviese que vérselas para vivir con un sueldo de 800 euros al mes. Por eso esta mujer no ha hecho más que solicitar a la delegación de Educación que haga un esfuerzo para matricular a su hija en el centro al que acuden sus hermanos mayores, que, además, sí tiene plaza de comedor. Pero desde las administración le insisten en que eso es imposible. La inspectora de Educación explica que las normas son muy estrictas y estas dicen que un escolar no puede cambiar de centro en la mitad del curso. Hacerlo, según fuentes de la Consellería, sería «muy contraproducente para la niña».

La madre y sus hijos vivían en Madrid hasta hace un año. Tras separarse, la mujer decidió establecer su residencia en Oleiros. Buscó colegio para sus hijos y no tuvo problema con los varones, de 9 y 11 años. El centro de educación infantil y primaria Valle Inclán de Perillo los matriculó en sus respectivos cursos y les dio plaza en el comedor, esencial en la vida de su madre, pues su horario de trabajo concluye a las seis de la tarde, lo que le imposibilita comer con sus pequeños. Además, esta mujer no tiene familiar alguno que le eche una mano.

Comedor escolar

El problema surgió con la niña. Las aulas de primero de primaria ya habían cubierto el número máximo de plazas permitido, por lo que le negaron la escolarización en ese centro. La mujer, entonces, acudió a la concejalía de Educación de Oleiros, que trabajó para buscarle un centro en el municipio para su hija. Lo encontró en el colegio de A Rabadeira. Pero en este centro surgió otro contratiempo. El cupo de plazas para el comedor ya estaba cubierto, por lo que la niña pasó a integrar la larga lista de espera. Y en ella continúa siete meses después del inicio del curso.

Cuando la mujer ya casi estaba resignada y acostumbrada a entregar la mitad de su sueldo a la chica que cuida de su hija, surgió un motivo de esperanza. Hace dos semanas, quedaba una plaza libre en el aula de primero de primaria del colegio Valle Inclán. Entonces, esta mujer volvió a llamar a las puertas de la delegación de Educación. Pero se las volvieron a cerrar al recordarle que la legislación impide el cambio de colegio a mitad del curso.

Ni el apoyo de la Asociación de Padres de Alumnos del colegio Valle Inclán ni el de los propios responsables de ese centro sirvió para hacer cambiar de idea a la Consellería. «Tanto los padres como la dirección del colegio siempre me mostraron mi apoyo. Incluso fueron ellos los que me avisaron que había quedado una plaza libre. Pero en el momento de acudir a Educación, todo se fue al traste», explica Almudena.

El apoyo de los padres del APA del Valle Inclán, de la dirección del centro y de la Concejalía de Educación del Concello de Oleiros choca con la normativa de la Xunta. Para el gobierno autonómico, el hecho de que un niño cambie de centro en mitad del curso supondría un «enorme perjuicio» para el menor.