Rocío Arnoso, vecina de Novo Mesoiro, no volverá a comprar nunca más los cartones de tomate frito en un cercano supermercado. Y es que el pasado jueves, cuando se disponía a cocinar unos espaguetis, se encontró con una desagradable sorpresa en el interior del envase. «Era una sustancia sólida y gelatinosa. Lo peor es que la noche anterior mi pareja y yo se lo habíamos echado a un plato de arroz. No pude tomar un bocado en todo el día», afirma la joven de 26 años.
Ahora, lo único que pide es que alguien le analice el producto que ingirió. Pero, al parecer, es demasiado complicado. «Primero llamé al Ministerio de Consumo, pero me dijeron que eso no era problema suyo. Después, me puse en contacto con el servicio de atención al cliente del supermercado y fue increíble. La chica que me atendió me trató como si fuera una delincuente y quisiera hacerme rica con esta historia. Incluso me llegó a insinuar que si el cartón contuviera moho solidificado se trataba de algo normal. Al final, me sugirió que le diera los datos del envase y que en el súper me lo cambiaban por otro», lamenta Arnoso.
Sin suerte en Sanidad
Su siguiente paso fue probar suerte con Sanidad y Consumo de Galicia. Y aún peor. «Aquí me comunicaron que ellos no tenían nada que ver y que avisara al Ayuntamiento. Cuando pedí un número de contacto, me colgaron», sostiene. Y en cuanto a las autoridades municipales, «se pasaban la pelota de un departamento a otro».
Al final, la joven sigue sin conocer con exactitud lo que se llevó a la boca. «No quiero denunciar a nadie. Solo pido que me expliquen si el tomate estaba contaminado por esa sustancia misteriosa, aunque por ahora sigo aquí», finaliza.