Pilar y Manuel No continúan esculpiendo arte con flores como lo hacían sus abuelos y su madre, creadores de la cadena Consuelo Obdulia
21 dic 2008 . Actualizado a las 02:00 h.El barrio de las Flores es uno de los de más raíces de la ciudad de A Coruña. Y su nombre no se debe a una simple idea de algún pensador. Simplemente era de recibo nominarlo de esa forma por que en esa zona se concentró la mayor plantación de flores del casco urbano. Y ahí nació una de las empresas de arte floral más prestigiosa y antigua de A Coruña: Flores Consuelo Obdulia.
Fue en el primer año del siglo XX, en 1901. Sus artífices, Antonio Lagares Canosa y Obdulia Galán Teijido. Con una casa en el centro del actual barrio de las Flores, el resto del terreno lo dedicaron a sembrar semillas traídas de cualquier parte de Europa.
Fueron pioneros en instalar camas calientes para favorecer el crecimiento de las flores. Lo hacían por medio de tuberías de agua calentada con fuego desprendido de hogueras de madera. Y después empezaron a combinar colores y formas, a crear centros, ramos o coronas que vendían en la plaza de San Agustín.
Y la belleza de las flores brotó en su hija Pilar Lagares Galán. Desde muy niña la fragancia que respiraba en su casa avivó sus sentidos, y moldeó sus manos para tratar con amor las plantas. Y expuso su arte desde muy joven y hasta hace tan sólo catorce años, cuando una enfermedad en los ojos le impidió apreciar los colores y darle forma a las flores. Pero durante su carrera siempre mantuvo a su lado a sus hijos Pilar y Manuel No Lagares, quienes, sin dejar sus estudios, aprendieron desde niños la técnica de su madre.
Las raíces de la pequeña Pilar prendieron en buena tierra, en la tierra de la iniciativa. Estudió primeramente el mercado próximo a la plaza de Vigo. Los resultados eran excelentes y por ello le pidió a sus padres que abriesen una tienda en los bajos de la plaza. Pero su decisión estaba acompañada de imaginación, de creatividad para romper con una línea artística que ya llevaban muchos años exponiendo sus antecesores.
Fantaseaba con los colores «y estos me decían que tenían muchas más posibilidades de las que hasta entonces les estaban sacando». Y lo mismo ocurría con las estructuras, con el modelismo. El ingenio de Pilar fue más allá y moldeó las flores con un arte nunca visto en A Coruña y en gran parte de Galicia y España. Y su hermano Manuel no le fue a la zaga. Pero había un problema: «Mis diseños rebuscados le comprometían mucho en el momento de tener que proceder a la decoración».
Pilar y Manuel recuerdan que el arte de la flor sufrió cambios importantes. Dicen que no es lo mismo tener que utilizar tierra y musgo mojado para clavar las flores y las plantas que hacerlo en los nuevos productos que salieron al mercado, como las esponjas. También dicen que era mucho más difícil clavar las flores con estacas de escobas y atarlas con alambres para darle forma a la obra, que empujarlas sobre un soporte blando como se hace ahora.
Los dos hermanos coinciden en decir que en la actualidad hasta existen escuelas, sobre todo la italiana y la alemana «para trabajar las plantas». Pero ellos solo contaban con los conocimientos de sus abuelos y madre, «y con los genes que nos dejaron, y así continuamos».
Se sienten realizados, por que de alguna manera influyen «en los gustos de nuestros clientes, nos dejan que nosotros creemos arte para ellos». Dicen que su trabajo les reconforta, «hablamos con las flores, formamos parte de ellas, gozamos de su belleza y de su fragancia».