«¿Va a salir la procesión?», preguntaba un feligrés poco antes de las nueve de la noche de ayer en una abarrotada iglesia de Fátima. «Parece que sí, al menos un recorrido por aquí cerca», le respondía una mujer. «No tengo manos para tantos encargos», comentaba otra parroquiana con varias velas en cada mano. «El 13 de mayo la Virgen María bajó de los cielos en Cova da Iría», cantaban los parroquianos. «Vamos a salir, y pidamos a Dios que no llueva más», anunció el sacerdote Agustín Filgueira, minutos antes de las nueve.
El arzobispo, Julián Barrio, que había celebrado la misa solemne en honor a la Virgen de Fátima, pronunció unas breves palabras anunciando el inicio de la procesión, mientras la iglesia se iba vaciando. Ocho mujeres cargaron con la imagen de la Patrona, rodeada de flores, mientras a su alrededor varios hombres ataviados con chalecos amarillos organizaban a los feligreses.
En la entrada de la iglesia un cartel anunciaba que la procesión podía seguirse por radio y en el templo un sacerdote iniciaba el rezo del Rosario.
«Caparrós va alinear en esta final...», sonaba en la radio de una mujer que intentaba sintonizar la procesión; un joven mendigo situado en la puerta sonreía ante el cruce deportivo. Fuera, varios agentes de la Policía Local regulaban el tráfico.
A los pocos metros, todos los asistentes, incluido el arzobispo, abrieron sus paraguas y la imagen de la Virgen fue cubierta con un plástico transparente.
«Pero van hacia abajo, los otros años iban hacia la Gaiteira», explicaba una de las numerosas personas que participaba en la procesión, todas ellas portando antorchas y paraguas.