Los hermanos Villar Chao

Carlos Fernández

A CORUÑA

El Deportivo en el partido de promoción de ascenso a Primera que jugó contra el Celta en 1940. De pie: Chacho, Cela, Antoñito, Quintas, Pintos, Antonio Villar Chao y Acuña. Abajo, Guimeráns, Couso, Pe
El Deportivo en el partido de promoción de ascenso a Primera que jugó contra el Celta en 1940. De pie: Chacho, Cela, Antoñito, Quintas, Pintos, Antonio Villar Chao y Acuña. Abajo, Guimeráns, Couso, Pe ALBERTO MARTÍ

Antonio, hijo de Antón Villar Ponte, fue extremo izquierdo en el Deportivo, y Ramón, hijo de Ramón Villar Ponte, pintor

06 oct 2019 . Actualizado a las 23:19 h.

En el anterior reportaje sobre Antón Villar Ponte, ya se hacía notación de su hermano Ramón, ambos periodistas que trabajaron en La Voz, además de distinguidos galleguistas (Antón fue diputado de la República) y fundadores de las Irmandades da Fala, en 1916. Ahora voy a referirme a sus hijos que, curiosamente se apellidaban igual: Villar Chao, pues Antón y Ramón se casaron con dos hermanas, las señoritas Micaela y Teresa Chao Maciñeira.

El que más protagonismo tuvo de los Villar Chao, dado que el fútbol siempre da más popularidad que las ciencias y el arte, fue Antonio, extremo izquierdo del Deportivo de La Coruña, que durante los años cuarenta formó ala izquierda con Chacho y ambos participaron claramente en el primer ascenso del Deportivo, en mayo de 1941, a la División de Honor, tras vencer al Murcia, en Madrid, por 2-1. Chao, nombre con el que figuraba en las alineaciones, era un extremo ágil y escurridizo, que estuvo en la mente del seleccionador nacional Eduardo Teus, pero los pocos partidos internacionales que se disputaban, en plena guerra mundial, y la costumbre de llamar siempre a jugadores de los equipos grandes, hizo que no se pudiese enfundar la camisola internacional. Chao, hijo de Antón, tenía otra hermana, María del Carmen.

José Ramón Villar Chao, hijo de Ramón, fue un destacado pintor (Julia Minguillón llegó a confesar sobre él que aprendió a pintar antes que a hablar), aunque su prematura muerte (falleció a los 37 años de edad en A Coruña) impidió que adquiriese la fama que merecía. Fue José Ramón, pintor de pocas exposiciones, además de que sus cuadros eran adquiridos rápidamente para colecciones privadas. También fue importante su labor como ilustrador, efectuando dibujos para libros de Luz Pozo Garza, Ánxel Fole y otros ilustres narradores, así como una serie de trabajos publicados en prensa.

Varios estilos

Aunque su inclinación inicial fue la figura, cultivó también el paisaje, siendo conocido, asimismo, como «o pintor dos nenos». Según el crítico de arte Fernando Mon, «sus niños tenían la misma expresión que los pintados por el maestro toscano Agostino de Deccio. Eran niños taciturnos, aunque no tristes, porque el niño gallego no es ni triste ni angustiado, sino tan solo melancólico».

Poco antes de morir en agosto de 1965, hizo una exposición en la taberna O Lionardo. Su última obra fue para el Motel El Hórreo de Corcubión. Tras su fallecimiento, escribió en la página de Artes y Letras de La Voz Miguel González Garcés: «En los días luminosos de finales de agosto, en los que la obra y la vida parecían detenerse, cuando ya los frutos ciertos superaron la etapa de promesa, pero no ha llegado todavía la época de los pámpanos dorados, ha muerto en su aún no urgente otoño de la vida, el pintor José Ramón Villar Chao».

Posteriormente, el Ayuntamiento coruñés le pondría su nombre a una calle, que va desde Juan Montes a General Sanjurjo. También se celebró en el Ayuntamiento una exposición homenaje.

Otros hijos de Ramón Villar Ponte, que ejerció la docencia como profesor de Geografía e Historia en el famoso colegio Dequidt (que estaba ubicado en una calle paralela a la plaza de Vigo), vivero de futuros talentos coruñeses, fueron Jaime, que era químico, y María Teresa, funcionaria del Ayuntamiento de A Coruña, que también colaboró, asimismo, en el archivo de La Voz.

Ramón Villar Ponte falleció en la ciudad coruñesa en el mes de septiembre de 1953. Dos años antes, había tomado posesión como miembro numerario de la Real Academia Galega (RAG), donde leyó un discurso que tituló A xeración do 16 .