Maderas podridas, ruedas desvencijadas, clavos oxidados, ejes putrefactos y un estado general de abandono. Este es el aspecto que ofrecen los cañones que en el año 1951 se instalaron en el Parrote siendo alcalde Alfonso Molina y con los que miles de turistas se han fotografiado desde entonces.
Durante una visita a los cañones del mirador del monte San Pedro, Manuel Arenas, presidente de la asociación cultural The Royal Green Jackets, ya había alertado hace unos meses del mal estado tanto de los cañones de dicho monte como de los ubicados en el Parrote, frente al jardín de San Carlos y que forman una de las estampas turísticas de la ciudad. Ayer era Unión Coruñesa la que a través de un comunicado exigía al Ayuntamiento y a la dirección general de Patrimonio de la Xunta que tomaran medidas para la protección de estas piezas.
Los dos cañones asentados sobre las antiguas murallas de la ciudad son piezas de artillería datadas en el siglo XVIII y los denunciantes de su situación aluden al peligro evidente de que incluso puedan caer de su actual emplazamiento si continúa el deterioro de las maderas y la oxidación de los hierros que por el momento los sostienen.
Llaman la atención asimismo sobre el hecho de que la mencionada podredumbre de la madera ha provocado que una de las piezas ya se encuentre medio caída, abandonando así la posición inicial que tenía cuando fue instalada en este lugar hace ahora casi medio siglo. Por ello, aluden a que este estado de dejadez también podría afectar al trozo de muralla por el que asoman los cañones y que podría resultar dañada en el caso de que se produjera el desplome de cualquiera de estas pesadas piezas de artillería.