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Las ciudades levantan el dique contra Feijoo

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO/LA VOZ.

A CORUÑA

Para intentar parar el avance del PP, los alcaldes urbanos del PSdeG elevan el tono por la caída de las inversiones de la Xunta

31 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La política de concertación estuvo siempre entre las credenciales de la alcaldía de Santiago. Y no tanto porque el regidor y el presidente de la Xunta cohabiten atípicamente bajo el mismo techo en la plaza del Obradoiro -algo impensable en Barcelona, Vitoria o Sevilla-, sino porque Bugallo siempre gastó más energía atendiendo la reclamación de cualquier señora bajo un soportal que en regañar con el inquilino del despacho contiguo. Pero en los últimos días el cuento ha cambiado. Bugallo alzó tres veces la voz para criticar a Feijoo por el menosprecio a Santiago en los presupuestos, para responsabilizarlo de la posible fuga de Ryanair y para denunciar el «grave deterioro» de la sanidad pública.

La crítica del mandatario compostelano no es tanto un espasmo político como la evidencia de que ya están a la vuelta de la esquina las municipales en las que se juega su ser o no ser. Este gesto, además, lo firma el único alcalde gallego que tiene asiento en la ejecutiva federal del PSOE, al lado del ministro José Blanco, y ha sido reproducido en cadena por otros regidores urbanos, muy acostumbrados a suplir las carencias de liderazgo de la dirección gallega y que están decididos a levantar por parroquias un dique de contención con «315 Feijooses», como llamó Rodríguez Miranda a los candidatos municipales del PP.

Lo más llamativo es que hace un mes, los alcaldes urbanos del PSdeG «estaban muy temerosos», dicen en la dirección del partido, con la perspectiva de que la ola anti-Zapatero los ahogase. Se empezaba a palpar el síndrome de 1995, cuando, con un Felipe González en horas bajas, el PP lograba su primera y única mayoría absoluta en Vigo frente a Carlos Príncipe, mientras eran barridos del mapa alcaldes como Veiga Pombo (Ourense), Couce Doce (Ferrol) y un tal Miguel Montero conducía de forma dramática al PSdeG a la tercera plaza en Pontevedra, colocando en la parrilla de salida a Lores, que después sería el valor local más seguro del BNG.

Solo A Coruña, con Francisco Vázquez, y Santiago, con un Estévez que iniciaba el relevo, aguantaron el tirón en el período de mayor esplendor del fraguismo, cuando los fondos europeos financiaban vías rápidas, puertos y también bastantes trapalladas que más valdría que no conocieran en Alemania.

Ahora la diferencia estriba en que «por pouco belixerantes que sexan os nosos alcaldes, o caso é que Feijoo non ten nada que ofrecerlles ás cidades», dice un diputado de A Coruña sobre la caída de la inversión, y otro pontevedrés constata que el clima creado con la remodelación del Gobierno de Zapatero «animou» a los alcaldes a lanzarse a criticar el Presuposto de la Xunta y lo que haga falta para resistir al PP y mascullar incluso la posiblidad de sumar alguna alcaldía más, como se propone hacer Antón Louro en Pontevedra, la ciudad cuna de Mariano Rajoy.

En el PP no dan nada por ganado y creen que donde mejor están es donde más trayecto les queda, como en A Coruña, por lo que difícilmente van a llegar al 22-M sin recurrir al comodín de la guerra sucia contra los bipartitos, que tan buen resultado les dio en las autonómicas.