Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Adiós a 113 años de plata de ley

A. Mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

La crisis y problemas financieros terminaron con la joyería Malde

19 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La joyería Malde cumpliría en unas semanas 113 años. Cerró hace unos días asfixiada por unas deudas de las que le fue imposible salir. De hecho, los problemas financieros se venían arrastrando desde hace tres años, cuando los trabajadores comenzaron a tener problemas para cobrar a fin de mes, al igual que los proveedores. Al principio, los propios empleados, viendo la caótica situación de la empresa, ofrecieron sus sueldos para hacer frente a esos compromisos. Poco alivio en pleno epicentro de la crisis. Así que, poco a poco, las cosas, si eran malas, se volvieron mucho peor. Sobre todo en 2008, cuando una parte de la familia decide hacerse con el el cien por cien de la sociedad. Para ello acude a un banco e hipoteca las instalaciones de la calle Real a cambio de 1,5 millones de euros. En la sentencia que la semana pasada el Juzgado de lo Social número 3 les deba la razón a los trabajadores y ordenaba el embargo de los bienes de la empresa se decía «no consta que se haya destinado ese dinero para reinversión en la propia empresa, ni para el pago de las deudas de los trabajadores. Simplemente se destinó 682.000 euros a la compra de la cuota de la sociedad a los anteriores socios». A partir de ahí, Malde pasó a pertenecer íntegramente al matrimonio formado por Óscar Malde Pardo de Andrade y Miriam Tellería, que, a través de sus hijos, intentaron por todos los medios sacar adelante la empresa. No pudieron. Las ventas de alta gama menguaban al mismo tiempo que las deudas crecían. Y así se llegó al cierre, tanto del taller que tenían en Santiago como la tienda de la calle Real, 113 años después de que Manuel Malde López fundase la joyería en la ciudad.

La época dorada de este establecimiento coincidió con la presencia de Óscar y Alfredo Malde, nietos del fundador. Recuerda el historiador Carlos Fernández que ambos «construyeron un establecimiento que siempre ha sido proveedora de importantes organismos e instituciones, confeccionando bandejas, ornamentos y trofeos, entre los que destaca el Teresa Herrera de Fútbol, que lo viene haciendo desde su fundación en 1946. También restauró la primera esclavina del Apóstol Santiago y realizó la corona de Nuestra Señora del Rosario».

Carlos Fernández destaca que Alfredo «era una persona muy simpática y comunicativa, con un gran espíritu comercial que le permitía atender personalmente el establecimiento y entablar amistad con cualquiera». Murió en el 2004. Su hijo, también llamado Alfredo, lo sustituye. Hasta que en el 2008 vende su parte a los actuales y últimos dueños.