Como muchos de los integrantes de la Acampada Coruña, Roberto y Jota tampoco quieren dar sus apellidos. «No queremos significarnos», dice el primero. «Solo somos dos más en todo esto», añade el segundo. Trabajan como informáticos en Madrid y tienen 24 años. Los dos se quedaron a dormir en la Puerta del Sol el 15 de mayo tras la manifestación de Democracia Real Ya. Es decir, formaron parte del modelo que siguieron sus compañeros del Obelisco, los que ahora los acogen.
«Me ilusionó muchísimo ver lo que hay aquí», dice Jota. Igual que Roberto, conoce gente en A Coruña. Tenían una visita programada desde hace meses. Aprovechando la coyuntura, decidieron sumarse y apoyar a la acampada coruñesa. «Al ser una ciudad pequeña tenía algo de miedo de que el mensaje se hubiera distorsionado -explica-. Sin embargo, te encuentras la misma gente y las mismas ganas de pelear por lo que verdad interesa».
Están aquí desde el martes. «Hay muchas maneras de difundir el mensaje y lo de la cadena humana del otro día fue algo impresionante. La gente, de todas las edades, lo veía y se unía», comenta Jota, que hace un especial hincapié en el aspecto intergeneracional: «La gente se da cuenta de que este no es solo un problema de jóvenes. Hay gente mayor que conoció mayo del 68 y quiere aportar ahora su experiencia». «A los jóvenes nos tocó encender la mecha», añade Roberto.
Destacan la buena organización de la Acampada Coruña: «Es una prueba de civismo muy grande -opina Jota-. No ha habido ningún problema. Se ve en la manera de ganarse a los vecinos y a la policía, para evitar que se generen nuevos problemas».