El niño del bar Río que soñó con ser alcalde de A Coruña

Francisco Espiñeira Fandiño
francisco espiñeira A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Fue número 1 de su oposición a la Xunta tras licenciarse en Derecho, donde conoció a su inseparable Núñez Feijoo

29 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Sábado, 15 de diciembre del 2001. Dos y media de la tarde en la plaza del Obradoiro. Miles de gaiteiros acaban de amenizar la que sería la última toma de posesión de Manuel Fraga como presidente de la Xunta. Es el clímax de la boina. Copan el poder orgánico ante los del birrete y no les importa hacer ostentación de ello. Mientras Fraga se va a comer con los principales integrantes de esa corriente, junto con Mariano Rajoy, entonces ministro de Aznar, y Esperanza Aguirre, presidenta del Senado, tres asistentes a la ceremonia se pierden en una tasca de la calle del Franco tras quedarse fuera del convite oficial. Son José Manuel Romay Beccaría y dos jóvenes abogados con poca experiencia en la vida pública. Se llaman Alberto Núñez Feijoo y Carlos Negreira Souto y ocupan la presidencia de Correos y la dirección de Estrategia y Desarrollo de ese ente, respectivamente. De aquella comida, «frugal», según recuerda el ahora alcalde electo de A Coruña, salió una hoja de ruta que los dos alumnos aventajados de Romay se han encargado de ejecutar: Feijoo, presidente de la Xunta y Negreira, regidor.

Tenía entonces 41 años. Había nacido el 16 de julio de 1960, el mismo día, aunque de diferente año, que el hombre al que ha de suceder, Javier Losada. Llegó a A Coruña tres años después y disfrutó de su infancia correteando por Monte Alto y Santa Margarita, mientras sus padres regentaban el bar Río. Cursó estudios en los Maristas, como Paco Vázquez, y disfrutaba de su tiempo libre entre el mar del Orzán, la pesca, el fútbol y el balonmano. Nunca se olvidó de la Costa da Morte, donde siempre ha tenido cercanos amigos. «Soy hijo de la emigración, pero coruñés por los cuatro costados», le gusta decir a este ex fumador que practica deporte tres días a la semana.

Con 18 años y un excelente expediente académico, puso rumbo a Santiago, para estudiar Derecho. En las aulas conoció, entre otros muchos, a Alberto Núñez Feijoo, un tímido chico de Os Peares con el que, desde entonces, comparte una amistad inquebrantable. En su promoción estaba también Miguel Lorenzo, ahora concejal en el grupo municipal popular.

Luego consiguió el número 1 de sus oposiciones a letrado de la Xunta -ahora está en excedencia- y pasó por consellerías como Economía o Sanidade. Dio el salto a la empresa privada en 1996 y, más tarde, en 1999, retornó su actividad en la vida pública al ser reclamado por Alberto Núñez Feijoo para desembarcar en Madrid, en el tránsito del primer gobierno Aznar al segundo. Reorganizó el área de Recursos Humanos de Aena y puso en marcha un intenso plan de modernización en poco más de un año. Al acabar esa etapa, se incorpora a Correos en diversos cargos.

La crisis del Prestige que llenó su querida Costa da Morte de chapapote le devolvió a Galicia para asumir la presidencia de Portos, en el epílogo de la era Fraga. La pérdida de la mayoría absoluta en el 2005 abrió una fuerte batalla interna. Feijoo reclutó a su inseparable Negreira para apartar de la boina a la provincia coruñesa. Tras una ardua batalla interna, consiguió la victoria y la presidencia provincial. Por primera vez, A Coruña era el gran bastión de Feijoo. Empezaba el camino de la regeneración en el PP, que se completó con el relevo en la junta local y su designación como candidato a la alcaldía en el 2007 tras la escisión de su antecesor, Rodríguez Corcoba, que ahora pidió el voto para el PP.

El resto de la historia es ya conocida. Quizá lo sea menos su vida personal. Vive con su hija, Alba, en la que se ve muy reflejado por su tesón. Estudia Derecho, como él, y es, quizá, la persona que más le ha visto sufrir en estos años.

Memorias de Adriano es su libro favorito. También los de coaching que escribe su amiga María Jesús Álava y que suele regalar a las personas a las que aprecia. La banda sonora de su vida la han puesto los Stone, aunque también ha movido el flequillo con Bruce Springsteen. Luz Casal es otra cantante que le apasiona, aunque si tiene que elegir una canción en concreto se queda con la de la banda sonora de El último mohicano.

Acostumbrado a vivir solo, no le da miedo la cocina. Es capaz de cocinar grandes paellas, eso dicen sus amigos, y también de tomarlas. Prefiere el pescado a la carne, quizá porque uno de sus grandes hobbies es tirar el anzuelo en cualquier rincón de la Costa da Morte, donde no es difícil verlo cualquier fin de semana paseando por Barizo o degustando una buena caldeirada en As Garzas. Tampoco hace ascos a una partida de mus, otra de sus pasiones. Ahí se tira sus órdagos y los pocos faroles que se permite en la vida. Adicto a los sms, su Blackberry es su oficina. La batería se ha convertido en una de sus pesadillas. Vive en Riazor y se mueve a pie o en taxi. «Tengo un Mercedes de 13 años que apenas uso», afirma.

Duerme siete horas diarias y sus amigos dicen que es una persona muy exigente a la hora de trabajar, metódico y amigo de tenerlo todo previsto. Es también un poco terco. Le gusta comprobar todo personalmente varias veces, pero, aseguran, «sabe escuchar voces diferentes antes de tomar sus decisiones». Nunca tiene prisa para irse de los sitios y repite, como Morgan Freeman en Invictus, que hay que dignificar la vida política. Ese es su reto a partir del 11 de junio, cuando entrará en su nuevo despacho, el mismo que no visitó ni una sola vez con Losada de alcalde.

perfil carlos negreira, alcalde electo de a coruña

El camino hacia la alcaldía se inició en la rúa do Franco santiaguesa, en la última toma de posesión de Fraga

Le gusta la pesca en cualquier rincón de la Costa da Morte y los faroles los reserva para el mus