Los alquileres más baratos, un mayor espacio y más plazas de aparcamiento para facilitar la llegada de clientes son algunas de las razones por las que los emprendedores chinos han decidido abrir sus negocios en los distintos polígonos industriales de la comarca, donde a pesar de lo que pueda parecer, la gente no para de entrar a lo largo de toda la jornada. De hecho, el horario suele ser de diez de la mañana a nueve de la noche de forma ininterrumpida de lunes a sábado, lo que facilita que aquellos trabajadores que tienen alguna hora libre al mediodía puedan acercarse a comprar.
«Aquí vienen chicos, ejecutivos, empresarios, amas de casa... Depende de la época del año y si es temporada de que empiezan los colegios o el verano se venden más unas cosas que otras, pero aquí se vende de todo para todo tipo de clientes», explicaba Manuela García, que lleva siete años trabajando en empresas vinculadas a las compañías asiáticas, y que en la actualidad está en una gran nave del polígono de la Grela. Confiesa que está encantada con el trato que recibe de sus jefes, «que son buenísimos», y dice que «muchos gallegos tendrían que aprender de ellos». Sin embargo, su ilusión siempre ha sido trabajar en un Ikea, y más desde que esta compañía abrió su tienda en A Coruña. «Me gusta todo lo que tiene, y me encantaría trabajar en Ikea», explica, al mismo tiempo que reconoce que el gigante sueco del mueble no les ha quitado clientes, «porque la gente que va a Ikea no viene a los chinos».
De hecho, los compradores que acuden a estos centros comerciales asiáticos buscan productos a buen precio, poder encontrar varias cosas de lo más variado (desde disfraces a útiles de cocina o herramientas), aunque también muchos van «para matar el tiempo. Como hoy no hacía muy buen día y este bazar acaba de abrir, pues nos vinimos a dar una vuelta», explicaba María del Carmen Fernández, que junto a su hija visitaba el China Center de Almeiras.
Ambas confesaban que estos bazares no son tan económicos como se piensa, «porque hay cosas que están más baratas en otros centros comerciales, pero siempre que vienes puedes ver algo y al final siempre picas», decían, al mismo tiempo que ya habían elegido una butaca para llevarse. Eso sí, en lo que nunca caerían en comprar es «en los productos de belleza y las pinturas, porque no me inspiran ninguna confianza», afirma.