
Este año la peña del Parrote no pudo llevar a cabo su tradicional comida. ¿La razón? Pues que los años van pasando para todos y organizar un encuentro así es muy sacrificado. Menos problema (por ahora) tienen los de la asociación de Amigos de la Ciudad Vieja, que son más jóvenes que los peñistas del Parrote. «Por eso nos pidieron si podíamos organizar nosotros la comida, aparte de nuestra cena, pero por razones operativas y de fechas decidimos hacer la primera cena conjunta», comenta el presidente de la asociación, Juan Ignacio Borrego. La imagen de anoche es histórica. Los hombres de la Ciudad todos juntos. «Es posible que sea la primera... y última cena, porque el año que viene tiene que ser comida por la gente mayor, que lo prefiere», destaca.
Chicos de San Nicolás
Pasaron muchos años, pero no se olvidan. Son los chavales que a finales de los sesenta o principios de los setenta acudían a la parroquia de San Nicolás a realizar distintas actividades. Las amistades que hicieron entonces se mantienen. El coadjutor del templo era Victoriano Becerra Mosquera, que años después dejó el sacerdocio (es una larga historia). Trabajó en varias empresas y finalmente montó la bodega O Carreteiro, un templo de buen vino y un local emblemático de la avenida de los Caídos. «Le guardamos muchos cariño», me comenta Benigno García, que ayer organizó una cena-sorpresa-homenaje a Victoriano en el hotel Finisterre a la que acudieron más de setenta personas.
Tasca y pádel
El jueves por la tarde acudí al palacio de Capitanía, donde se celebró la presentación del campeonato de España de Hockey que comenzó ayer en el palacio de los Deportes. Me llamó la atención que en la esquina de la plaza de la Constitución con la calle Príncipe vuelve a haber actividad hostelera, en el local que hace más de veinte años regentaban Manolo y Teresa y que los que peinan canas recordarán como el bar de los bocatas. «Quiero recuperar el ambiente de tasca, como era Casa Enrique, y las tazas de Ribeiro. Para picar tengo una pequeña selección de productos, como el queso que servían en La Traída», comenta Amalia Souto, hija de los de los míticos bocatas, que bautizó el negocio como El Bajo. «No los puedo hacer porque no dispongo de cocina, solo tengo en la carta bocadillo de sardinilla», apunta sonriente. Lo curioso del asunto es que esta tasca es la sede deportiva-ambigú del Club de Pádel La Casona, que cuenta con muchos socios. Tasca y pádel, combinación curiosa.