Dos años después del cambio de ciclo electoral en las municipales, la foto fija de la vida política coruñesa presenta numerosas incertidumbres que solo se resolverán en los próximos 24 meses. La situación política presenta a un PP cómodamente instalado en la mayoría absoluta y con todos los resortes de poder -Diputación, Xunta y Gobierno central- en sus manos. El recuerdo de las anteriores municipales muestra que la victoria popular fue por unos pocos cientos de votos y que la evolución del país, con la explosiva aparición de la coalición entre Esquerda Unida, transmutada ahora en formación nacionalista, y la Anova de Beiras, puede darle un susto en la próxima cita con las urnas, como ya hubiera ocurrido hace apenas seis meses si se hubieran extrapolado a María Pita los resultados de los comicios autonómicos.
Carlos Negreira tiene por delante un sinfín de metas que alcanzar. Dispone de manos libres para actuar y de la lealtad de un grupo municipal en el que, a pesar de las apariencias de monolitismo, también empiezan a surgir las grietas entre sus miembros. Las reuniones de grupo de los miércoles, bautizadas en los pasillos del palacio municipal como «el rosario», evitan que esas diferencias se hagan públicas, pero las tensiones se ven en los sesiones de plenos cuando hay ediles que rehúyen ciertos temas y apelan a su condición de técnicos.
Pero Negreira tiene también aquella baraka (suerte) que se le atribuía a Felipe González. Sus ases son las grandes inauguraciones, que las habrá, y el deseo de que la situación política general en España mejore lo suficiente para rebajar el estado de crispación general.
El futuro del PSOE. Dudas hay también en la primera fuerza de la oposición. Su líder, Mar Barcón, salió airosa de la pelea por suceder a Javier Losada. Tiene la agrupación dividida y se augura nueva pelea por encabezar la lista, amén del puzle gallego y español, que tampoco anima demasiado las perspectivas de la fuerza que más tiempo gobernó la ciudad en la democracia. Su proyecto está aún sin construir y debe navegar entre las sombras del pasado y la necesidad de recuperar los éxitos del vazquismo, sin perder además la batalla de la calle para evitar el sorpasso de EU.
El universo nacionalista. Y si el PSOE tiene una hoja de ruta incierta, entre las fuerzas nacionalistas aún es más ignoto. No se sabe cuántas candidaturas habrá ni cómo se conformarán las alianzas entre BNG, Anova y EU, sin olvidar otras apariciones como Compromiso por Galicia, que aún se hallan en fase embrionaria. También dependerá de que se mantenga el tirón de Beiras, así como el malestar ciudadano sobre el que se levantó AGE.
Un último actor son los independientes. En las últimas municipales, Unión Coruñesa, que ahora busca rearmarse en la estela de Ciutadans, sumó 3.500 golosos apoyos disconformes con los partidos tradicionales. La precampaña ya está en marcha.
Punta Langosteira y los chinos
Han sido muchos los agoreros que han intentado sacar pecho por el supuesto fiasco de la inversión extranjera más importante en Galicia. Unas declaraciones del presidente de la Autoridad Portuaria, Enrique Losada, sobre las dificultades de Beijing 3E para reunir los 270 millones de euros necesarios para ocupar el 5 % de punta Langosteira con un proyecto energético de primera magnitud, abrieron la espita para intentar descalificar el intenso trabajo realizado por el propio Losada, y muchos otros, con el fin de convertir el puerto exterior coruñés en un nuevo polo generador de riqueza para Galicia y España. Marco Wang, cara de los inversores chinos en España, deshizo el entuerto con una llamada -y un correo- a Enrique Losada el pasado jueves. Hechos tan dispares como la crisis, la detención de Gao Ping y la operación Emperador, así como la negociación de otras inversiones se entrelazan en un acuerdo que, conviene recordarlo, se firmó en La Moncloa, en presencia de Mariano Rajoy. Lejos del ruido mediático, Langosteira sigue avanzando. El jueves en Madrid, Repsol y Puertos del Estado mantuvieron la penúltima reunión. El traslado está ya casi a punto.