La guerra del agua y la construcción metropolitana

Francisco Espiñeira Fandiño
Francisco Espiñeira CRÓNICAS DESDE LA TORRE

A CORUÑA

14 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

No ha parado de llover en todo el año, aunque las últimas dos semanas nos hayan dado una tregua. Pese al agua caída, Arteixo está al borde del desabastecimiento. ¿Por qué? El misterio tiene varios sospechosos, aunque también numerosas aristas por resolver. Hace más de una década, el entonces alcalde de Arteixo Manuel Pose Miñones decidió asumir directamente la gestión del líquido elemento para no depender de la Empresa Municipal Aguas de La Coruña (Emalcsa) y mejorar la atención a sus vecinos. Esa era la versión oficial.

El resultado fue una privatización del suministro con un compromiso de gran inversión -unos doce millones de euros- que, en realidad, se han escurrido sin saber bien por dónde. Fruto de esa gestión, bendecida por el gobierno posterior, se ha llegado a la situación actual, donde la voluntad del regidor, Carlos Calvelo, de hacer cumplir lo pactado le aboca a rescindir el acuerdo y, casi seguro, a pasar por los tribunales para defender los derechos de sus vecinos.

La decisión de Arteixo se produjo en un momento en el que cada municipio quería tener lo mismo que el de al lado. Se reproducían infraestructuras, muchas veces innecesarias, por el temor a parecer menos que el regidor vecino.

De tamaño disparate nacieron las multiplicidades y, en vez de cooperar, cada uno se dedicó a hacer la guerra por su cuenta. La crisis ha abierto los ojos a muchos. Colaborar es el único camino para optimizar al máximo los cada vez más escasos euros de los impuestos que tenemos que pagar. Ojalá cunda el ejemplo y los ayuntamientos no vuelvan a hacer prevalecer sus intereses por encima del bien común. La depuradora sigue esperando a sus socios.

El terrorismo y el pleno. Aunque no debería ser ese el cometido, muchas veces los plenos municipales se convierten en un mal remedo de la gran política, con la reproducción mimética de todos los clichés, sobre todo los peores, que marcan los politólogos de cabecera de cada partido. Así no es raro oír explicaciones peregrinas referidas al castrismo, al fascismo y a un sinfín de ismos. Pero, a veces, también conviene llamar la atención sobre lo que se vota y lo que no. Ocurrió el jueves en María Pita. El PP llevó la misma moción contra el terrorismo que presentó en toda Galicia tras la inexplicable postura del BNG y AGE hacia varios jóvenes a los que la Policía Nacional vincula con el movimiento terrorista Resistencia Galega. Quizá tengan razón ambos partidos al acusar al PP de extender una cortina de humo. Y ocurrentes estuvieron los ediles del Bloque al desplegar fotocopias de las cuentas de Bárcenas. Pero si reprobable es el sobrecogedor tesorero, no menos denunciable es cualquier intento de usar la violencia para alterar la convivencia democrática. No todo vale. Ni siquiera querer ganarse los votos de los chicos de la gasolina, como ya los bautizó, hace muchos años, Xabier Arzalluz. Y esos riesgos conviene conjurarlos de inicio. Para evitar males mayores.

La directiva del PP local y sus excursiones

Un par de autobuses fletados por la dirección del PP local sirvieron para que seis docenas de militantes y simpatizantes viajaran en una curiosa excursión a Santiago para ver nada menos que la Ciudad de la Cultura y el penúltimo dispendio de la consellería del ramo en una exposición tan grandilocuente como escasa de tirón. Antes, los partidos llenaban los autobuses para ir a los mítines y aplaudir a sus líderes, a cambio de un bocadillo. A veces, ni eso. Ahora, se les premia con una visita «cultural». Aunque hay también quien vislumbra cierto electoralismo. La dirección local ha excedido con creces sus cuatro años de mandato y toca una renovación para la que todavía no hay fecha fijada, aunque se supone que tendrá que acometerse a la vuelta del verano. El actual presidente, Fernando Fernández Barreiro, además de organizar excursiones a Santiago, ha protagonizado varios deslices importantes, como colarse en las fotos de los concejales más afines durante su actividad municipal. La siempre positiva y necesaria renovación de la actual dirección debe incluir además algunos pesos pesados de las distintas administraciones, para darle más peso. Y sentidiño.