«Operar me divierte»

Pablo Portabales
Pablo Portabales A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

22 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es metódico. Ordenado en su vida personal y profesional. Le gusta cenar temprano. «A las ocho u ocho y media», comenta. A las doce está durmiendo. Duerme seis horas. «Soy enemigo de trasnochar», asegura. «De siete a nueve de la mañana es un horario mágico. Como está la casa tranquila produzco mucho», explica Alberto Juffé Stein, una referencia de la medicina. El hombre que situó a Galicia en el mapa del trasplante cardíaco. Académico numerario del sillón de cirugía cardíaca de la Academia de Medicina. Por sus manos han pasado 20.000 personas. «Solo en el Chuac hice 10.600 cirugías», recuerda con precisión de cirujano. En unos días se cumplen cinco años desde que dejó el hospital y en abril veinte de su vinculación al sanatorio Modelo. Tiene 68 años muy bien llevados y sus jornadas ya no son maratonianas, como aquellos tiempos en los que llegó a hacer 46 trasplantes de corazón en un año. Los lunes y miércoles opera y los martes pasa consulta. «Operar me divierte. Claro, hay que dominar la técnica. Tener la posibilidad de prolongar la vida de alguien... Ahora es excepcional perder un paciente en el quirófano. Lo que le digo a los jóvenes es que hay que hacer ciencia, divertirse y ganar dinero. Si inviertes esos valores se joroba el asunto», destaca con un acento argentino tamizado por las décadas en España.

Vida sana

Lleva casado 40 años. Le apetece ser abuelo y confía en que no le quede mucho para tener sus primer nieto. Su hijo mayor, Diego, de 39 años, es ingeniero agrónomo y vive en Inglaterra. La segunda, Valeria, de 36, es psicopedagoga, y la pequeña, Rocío, de 26 años, acabó hostelería y cocina como los ángeles. «Ninguno hizo medicina, posiblemente porque vieron las 800.000 horas que le dedicaba su padre y la gente ahora es más práctica. Lo importante es que hagan lo que les gusta, que muy pocas personas pueden hacerlo», reflexiona sonriente. Le gusta cocinar y a veces hace de pinche de su hija. «Cocino bien, hasta sé preparar platos de caza e instalé una plancha teppanyaki en casa. Voy a la plaza de San Agustín, miro al pescado a los ojos y ya sé cómo es. Además, las frutas y verduras forman parte de mi dieta habitual y la carne la tomo de manera excepcional», destaca Juffé, que reconoce que «me salgo poco de la dieta. Soy de un plato y postre. No me gusta comer bocadillos», confiesa. Controlar el peso, comer con poca sal, aunque no se sea hipertenso, y hacer deporte tres veces por semana dice que son los hábitos claves para una vida sana. Cardiosaludable. «La alimentación es un aspecto fundamental. El ser humano es una máquina que, como los coches, si le das gasolina premium dura más».

Muchas aficiones

Desde hace tres años juega al golf. Va al gimnasio a La Solana. Le gusta leer cualquier cosa. Le apasiona la arqueología y últimamente recuperó la afición por la filatelia. Charlamos en el despacho de Moncho Cobián en el Modelo. Le encanta hablar de su trabajo. «Puede que sea difícil trabajar conmigo, pero nadie se ha quejado. La gente valora que siempre operes igual. Antes de la intervención escribo de mi puño y letra lo que le voy a hacer al paciente. Nunca tuve un error médico y nunca he gritado en el quirófano. No puedes perder los estribos y para eso hace falta un equipo comprometido». No piensa jubilarse. «Me encuentro bien. Cuando crea conveniente, cuando el equipo pueda funcionar sin mí me iré sin esperar a que me lo den por escrito en un papel», sentencia.